Capítulo 26

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Capítulo 26

Wendy:

A veces desearía ser como cualquier chica de mi edad y que lo único que me preocupara fueran los estudios universitarios o el trabajo. Odiaba tener que hacer las tareas de casa yo sola tras una dura jornada en la que solo me apetecía darme un buen baño caliente, cenar y tirarme en el sofá para ver una serie o película, tal y como estaba haciendo Agatha cuando llegué a casa aquella tarde. Octubre se me había pasado en un visto y no visto, al igual que septiembre, y apenas había podido tener una cita decente con Aiden, solo esos momentos furtivos en su habitación o la cita secreta que planeó en el bosque, en aquel claro que solo su familia conocía.

En cuanto mi hermanastra me vio subir las escaleras que me llevaban desde mi dormitorio en el sótano hasta la planta principal de la casa, arrugó el morro.

—Vuelves a llegar tarde, querida hermana —escupió con ponzoña.

Sabía que debía tener una expresión de muerta viviente en la cara después de haberme pasado todo el día fuera de casa atendiendo mis labores como doncella. Había ido de un ala del gran palacio a otra, había estado atendiendo a unos invitados de última hora y me habían enviado al taller de costura a por unas telas por lo menos siete veces. Me dolían mucho los pies y la espalda empezaba a pesarme. ¿Cuándo podría sentarme siquiera un minuto a descansar?

—He estado trabajando —me excusé. No era del todo mentira; simplemente que Aiden me hubiese arrinconado contra la pared en un punto ciego y me hubiese besado hasta la saciedad me había hecho salir media hora más tarde.

Agatha apartó la vista de la pantalla de la gran televisión que ocupaba la estancia abierta y clavó aquellos ojos verdes en mí. No me gustó para nada cómo me empezó a analizar con la mirada, como si buscara la verdad tras mis palabras. Aquella mujer de veintiún años me estaba poniendo de los nervios y eso que acababa de llegar. Era todo un récord.

—¿Estás segura? —inquirió alzando una ceja. Se levantó del sofá, dio unos pasos en mi dirección y se cruzó de brazos—. Estás despeinada.

A mi mente vino el recuerdo del beso intenso que Aiden me había dado, cómo sus manos se habían enredado en mi pelo mientras las mías se aferraban a sus fuertes brazos. Vale, tenía que alejar ese tipo de pensamientos de mi mente si quería convencer a Agatha de que no había pasado nada raro.

—Como ya te he dicho, ha sido un día muy ajetreado y he estado de un lado para otro. No es de extrañar que no tenga el peinado perfecto como esta mañana.

Dio otro paso más hacia delante.

—Estás diferente, feliz. Aquí hay algo que no me cuadra, algo que estás escondiendo. —Se volvió para recoger sus cosas y antes de subir las escaleras hacia su habitación, giró la cabeza y añadió con un tono de voz que me puso los pelos de punta—. Pienso averiguar qué te traes entre manos, sea como sea.

Cuando se fue, tragué saliva con fuerza y volví a respirar.  Estaba segura de que no se detendría hasta saber la verdad. Mierda, eso significaba que debía andarme con mil ojos a partir de ahora. Estupendo.

Apagué la televisión y fui hasta la cocina para ver qué tareas tendría que hacer y casi me dio un mal cuando vi lo enorme que era. A la porra mi plan de terminarlo antes de las once de la noche.

.   .   .

Una risita mal contenida me despertó. Cuando miré a mi alrededor, me di cuenta avergonzada de que me había quedado dormida en medio de la sala de estar. Estaba en el salón, apoyada contra la pared con las piernas encogidas y los brazos alrededor de las rodillas. Anoche había estado haciendo las tareas hasta que, muerta de cansancio, me había apoyado en la pared para descansar unos segundos... solo que esos segundos fueron horas y ahora tenía a una Agatha burlona y una Katrina furiosa delante.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें