Capítulo 27. Obsesión navideña III

664 67 133
                                    

SERENA.

Subo una de mis piernas a una cadera tosca mientras que me acomodó posando una mano sobre un pecho suave y cómodo, idéntico a una almohada.

Dejo que el calor me invada dejando en el olvido el frío helado de Seúl, por lo tanto siento como algo me abraza por la cintura. Al abrir los ojos me encuentro a mi Absolem abrazándome.

-¿Qué diablos?-exclame al tirarlo de la cama. -¿Cómo llegaste?.

-Demonios mi acosadora -murmulló entre dientes. -No lo recuerdas, me dijiste en plena madrugada que te hiciera compañía -dijo con cierta ironía mientras se sobaba la cabeza. -Aunque no se si fue tu sueño pero me pediste que te abrazara -se recostó en el piso.

Hice un manoteo al ver la hora, -Me quedé dormida otra vez.

-Es por la portada de ese Pericles ¿verdad?.

-Cállate.

Le lancé mi camisón estando dentro del baño.

Me di una ducha que demoro una hora, pero fue lo de menos cuando salí para cambiarme ahí mismo, no quería que mi Absolem hambriento se le ocurriera otra cosa. En fin.

Al alistarme con el vestido que mi madre me obsequió el día de navidad que nunca me puse hasta ahora.

-¡Maldito cierre! -espete exasperada al no poder, desvíe la mirada dudando si en pedirle ayuda. -Absolem.

-¿Si?.

-Me puedes ayudar.

Frunció el entre cejo dejando su pan tostado con aguacate aún lado.

-Mi acosadora.

-Eu.

-Tu gata me odia.

-¿Cómo?.

-Solo me odia, me gruñe cuando estoy a tu lado.

-¿¡Desde cuándo te traes pleitos también con mi gato?!. -cuestioné.

Se encogió de hombros sin decir alguna otra palabra y justo cuando aparto mi cabello aún lado. Sentí su respiración tibia sobre mi cuello cuando subió el cierre.

-¿Hay alberca? -comentó patidifuso. -Mi acosadora tu aroma es muy dulce tan dulce, debería hacerte mía...-percibí su aliento a café. -Por cierto usarás aquellos zapatos de piso.

Abrí los ojos como plato, -Los tacones me van a matar durante el día.

-Te verás perfecta a mi lado mi acosadora de 1,50, quizá de 1,55 -retrocedió para darle un gran mordisco a su pan tostado. -Deberé ir contigo antes de que ese ñoño te arrastre con sus encantos.

Lo miré, -A veces me cae mal Helios pero, tiene razón lo conocí cuando estaba en brazos.

-¿Y lo cargaste?

-Si, y me toco ser niñera de él durante las vacaciones de sus padres.

En corbo ambas cejas, -Entonces...

Mi Chico MillonarioWhere stories live. Discover now