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Empujo las puertas abriéndolas de golpe adentrándome en el lugar que huele a desinfectante y a medicinas agrias que me escuecen la nariz cuando entro pero estoy demasiado ocupado pensando en otras cosas mas importantes.

—¡Victoria Danner! —le grito con urgencia a las enfermeras que están en el mostrador principal—. ¿En que habitación está? 

—¿Quien es usted? —pregunta la enfermera con cara de estar oliendo mierda.

—Soy su hijo —respondo cabreado—. ¿En que habitación está? —exijo saber cada mas enfadado.

Las enfermeras se miran entre ellas y la que me habló primero teclea en el ordenador con lentitud alterándome mas los nervios.

—Me puede decir de una puta vez en que habitación está —casi grito llamando la atención de médicos y pacientes que pasan por los pasillos cerca de donde estamos.

—Aiden cálmate, ponerte así no servirá de nada —me dice Erin a mi lado sobándome el hombro.

Ella me acompañó desde que la abuela me llamó nerviosa dándome pocos detalles de lo que le ocurrió a mi madre y salí corriendo de su casa muy alterado y su no hubiera sido por ella que me calmó y me trajo en su coche creo que habría sufrido un colapso y si hubiera cogido la moto igual acababa yo también en el hospital.

—Calmarme no me va a servir tampoco si esta estúpida no me dice en que puta habitación está mi madre —grito fuera de control.

Las enfermeras me miran con mala cara pero ahora no puede importarme menos. Están haciéndome perder el tiempo y que me pongan cara de culo me resbala.

—Aiden...—respira hondo para obligarme a que lo haga también y me calme pero me está costando no saltar el mostrador y estrangular a la estúpida que sigue tecleando con una parsimonia que sigue atacando mis nervios hasta desesperarme.

—Victoria Danner se encuentra en el primer piso habitación 114 —responde por fin la hija de puta de la enfermera y salgo corriendo hacia las escaleras atropellando a alguna gente por el camino pero no me paro ni un segundo y detrás de mi oigo a Erin disculparse por mi mientras yo me centro en llegar a la primera planta y busco desesperado hasta que veo a mis abuelos al final del pasillo.

Camino muy deprisa hacia ellos que me ven enseguida y me abuela sostiene un pañuelo contra su nariz sentada en las sillas de espera mientras me abuelo está junto a la ventana con cara de pena que me estruja mas el corazón.

Los ojos llorosos de mi abuela y su cara de preocupación me asustan cada vez mas y en cuanto llego delante de ellos mis ojos captan la ventana que lleva hacia la habitación y ahí veo a mi madre tumbada en una camilla de hospital con esas sabanas blancas y esa horrible bata azul con un montón de cables conectado a sus manos y brazos y un tubo de oxigeno en su boca.

Siento que me falta el aire al verla tan pálida y tan frágil ahí tumbada con los ojos cerrados y no se mueve.

—Aiden —el abuelo es el primero que se acerca y me toca el hombro—. Respira hijo.

—¿Qué le ha pasado? —pregunto en un hilo de voz al borde de las lagrimas girando la cabeza hacia la abuela que se levanta limpiando su nariz al pañuelo bordado que tiene en la mano y me mira con ternura y tristeza y eso me mata lentamente.

—La policía no ha querido darnos muchos detalles todavía —comienza en un murmullo y a mi ya todo me da vueltas.

—¿La policía? —pregunto a punto de desmayarme.

El abuelo me sujeta con confianza y me lleva hacia las sillas de plástico verde moho y me siento con la abuela a mi lado que me agarra las manos para darme confianza.

Atracción ✔️Where stories live. Discover now