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Ahueco el cojín detrás de ella y sus ojos azules siguen clavados en los míos con un enfado de mil demonios. Creo que me costará cinco regalos del día de la madre que se le pase.

Tiene los brazos cruzados sobre el pecho y niega cada vez que la miro.

La doctora se ha marchado hace diez minutos en cuanto apareció a revisarle después de que la llamara para informar que mi madre había despertado. Pero en todo momento los ojos molestos de mi madre estaban sobre mi. Una enfermera apareció cinco minutos después para traerle algo de comer ya que puede empezar a comer pero nada de cosas sólidas.

Me senté junto a la cama esperando que mi madre comiera pero ella sigue mirándome cabreado.

Y es que no le hizo ninguna gracia mirarme y darse cuenta de que tengo un ojo morado y el labio partido. La peor parte fue haberle mentido porque obviamente no podía decirle la verdad, lo tomaría fatal así que opté por inventarme una pelea en el instituto.

—Mamá, ¿vas a seguir así mucho rato? —pregunto al ver que no ha tocado la comida y sigue sin mirarme con la misma cara de enfado de hace rato—. Mamá —insisto pero me ignora—. ¿Mami? —pongo mi mejor cara de niño bueno y ella me mira por el rabillo del ojo con mala cara y yo me río—. Ayer vino Amber, me ha dicho que Angelina estuvo enferma y Evan está como loco por su pequeña.

Mi intento de cambiar de tema y aligerar su mal humor no funciona.

Finge no oírme como hace rato que lo hace y finge distraerse mirando el ramo de flores que empieza a marchitarse a su lado, acaricia una de las gardenias con los dedos y sonrío cínico porque esperaba tocar este tema.

—Bonitas, ¿verdad?

—Si —dice de mala gana—. Recuerdame que le de las gracias a Amber.

—No son de Amber —replico—. Son de Robert.

Entonces sucede lo que ya imaginaba sus dedos se quedan paralizado tocando la flor y su rostro se vuelve aun más pálido.

Sus ojos azules se dirigen a mi y su boca se abre sin ser capaz de gesticular palabra. Alzo una ceja y no deja de sonreír cínico.

—Puedo explicarlo —dice y no se me escapa la risa de milagro—. Pensaba contártelo —traga saliva y veo la culpabilidad en sus ojos—. Quería hacerlo en el mejor momento y cuando estuviera segura.

—Déjalo —pido con calma—. Ahora no quiero hablar de esto.

—Aiden... —por suerte mi madre es interrumpida por la puerta que se abre despacio mostrando a Erin que se queda paralizada al era a mi madre despierta.

—Dios mío Victoria —murmura Erin y se le cristalizan los ojos y se lleva la mano a la boca conteniendo las ganas de llorar.

Mi madre también se emociona y Erin se acerca a paso rápido a ella y trata de abrazarla sin causarle dolor. Esta imagen es lo más bonito que veré nunca porque estoy viendo a las dos mujeres más importantes de mi vida. Las ganas irreflenables de coger a Erin y besarla me están matando pero trato de contenerme.

—Gracias por ser mi mejor amiga —murmura mi madre—, por cuidar tan bien de mi niño.

Se me hace un nudo en la garganta de solo pensar que yo también le estoy ocultando una relación y con su mejor amiga y sé que a Erin eso le ha sentado mal porque la veo tensarse y sonreír forzada cuando se separan un poco y se limpian las mejillas húmedas.

—No sabes cuanto me alegra que por fin estés recuperándote —le dice Erin—. Todos lo hemos pasado muy mal —me echa una mirada por encima del hombro y me sonríe tímida antes de centrarse en mi madre—. Tus padres estaban como locos y tratar con él cabezón de tu hijo ha sido lo más difícil del mundo y gracias a eso sé que no quiero hijos.

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