Theo tomó mi mentón entre sus dedos y me obligó a mirarlo, antes de que me planté un beso cargado de sentimientos.

— Para mí, siempre serás la mujer más hermosa de todas. Y esa pancita preciosa, resaltará más tu belleza. ¿Quién entra al altar escoltada de su padre y además de dos princesas en miniatura?

— Ni siquiera Poseidón sabía el sexo de los bebés y tú ya aseguras que serán dos niñas.

— ¡Por supuesto que serán niñas! Quiero mini Sophias gateando en nuestra casa y en mi oficina.

— Pueden ser niños. O quizás niña y niño. Hay tres posibilidades. A mí me gustaría niña y niño — le comenté.

— Verás que no me equivocaré — me aseguró.

El sonido de la puerta nos tomó por sorpresa, tapándonos por acto reflejo.

— ¡Oigan, dejen de coger y bajen a cenar con nosotros! — exclamó Alexander, mientras tocaba la puerta como un troglodita.

— ¡Saca tu culo y lárgate, Alexander! Déjame pasar tiempo con mi prometida y consíguete una novia o algo, pero deja de joder — le respondió hastiado.

— No lo hagan por mí, háganlo por los pequeños. Los pobres estarán tipo: Hola papi, adiós papi — replicó Alex. Yo miré confundida a Theo para que me explicara lo que decía nuestro mejor amigo.

— ¡Si no te vas, voy a meterte una escoba por el culo, fastidioso!

— Avancen que Raysa, Seok, So Ji y Noah están en la sala esperándolos para cenar.

— ¿Noah está aquí? — pregunté emocionada — ¿Hace cuánto llegó?

— Cómo vas a saberlo, si estás encerrada con esa bestia hace una hora.

Me reí al ver el rostro molesto de mi prometido. Me cambié lo más rápido pude, opté por un vestido en tallado en la cintura para que disimule mi vientre.

— El día de la boda vendrán las siete familias del tratado, para conocer a los próximos protectores de las llaves de la cárcel de los demonios — me explicó, mientras se colocaba los pantalones. Me estremecí al oír "demonios".

— ¿Esas llaves las tendremos en casa? ¿No crees que será peligroso? — pregunté inquieta.

Theo se puso el polo blanco antes de caminar hacia mí a paso lento pero seguro. Me miró fijamente a los ojos, tomando mis manos entre las suyas.

— Te juro que haré todo lo posible e incluso lo imposible para mantener a salvo a nuestra familia — explicó decidido.

— Yo solo tendré mis dones hasta que Noah ascienda al trono y absorba mis poderes — le conté con miedo.

Él arqueó la ceja. Jamás se lo había dicho antes, incluso hace poco se había enterado de mi control de las aguas.

— ¿Por qué? No es justo — se quejó.

— El soberano de Melusina debe tener todos los dones de la generación para poder mantener a salvo al reino. Fue una orden impuesta por el Mar.

— ¿Y eso pasará...?

— Sí Aitanay continuará con vida, probablemente tendría mis poderes por un par de años más, hasta que ella se case y ascienda al trono. Pero... — la voz se me entrecorto al evocar su recuerdo. Sus ojos asustados aparecieron en mi memoria. Ella no merecía morir — Ya no está, y Noah ni siquiera ha cumplido la edad para adquirir sus dones. Falta mucho.

A pesar del tiempo, la herida sigue intacta, tan profunda y dolorosa.

"Una pérdida jamás se supera, solo aprende a vivir con ella"

AMAR ENTRE REINOS [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora