IX. ☆ Una vida juntos ☆

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Los dedos de Karma sujetaban con posesividad los míos, apretaba de tal manera que hacía pensar que el mundo se acabaría si aflojaba solo un poco el agarre

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Los dedos de Karma sujetaban con posesividad los míos, apretaba de tal manera que hacía pensar que el mundo se acabaría si aflojaba solo un poco el agarre. El sutil ronroneo del tren nos mantenía en un suave movimiento de lado a lado en los asientos, pero ninguno parecía prestarle mayor atención a eso. Yo tenía mis ojos cerrados con la cabeza recostada en su hombro, recuperando en mi memoria el aroma que siempre tenía: una mezcla de perfume cítrico y jabón dulce.

Curiosamente no habíamos dicho gran cosa durante la última media hora; todo había pasado y seguía pasando de forma tan irreal que ambos nos quedamos sin palabras. Tomamos un tren en dirección a la casa del amigo del padre de Raymond e íbamos en silencio; por mi parte absorbiendo el hecho de que era real estar con ella alejándonos de la vida que conocíamos.

Cuando Diego me habló de la idea de fugarme con Karma creí que era de sus bromas pesadas, peor fue cuando me dijo que el plan era de Raymond. Mi desconfianza y odio hacia él no me permitía más que asumir que era o una trampa o una broma de mal gusto. Sin embargo, no tardé mucho en comprender que, si era una broma, sería mejor caer en ella que dejar ir la posibilidad de que fuera en serio.

Diego expuso el plan con su característica frialdad e indiferencia, pero por algún motivo sabía que él no me mentía. Era un antipático la mayor parte del tiempo, pero no un mentiroso. 

Además, no tenía tampoco todo el tiempo del mundo para pensarlo porque Diego me informó de todo la noche anterior sin darme lugar a nada que no fuera un sí o un no, sin dudas, sin titubeos.

Así que acepté.

En silencio, lo que quedaba de la noche lo usé para empacar, preguntándome a cada momento si hacía bien llenándome de ilusiones que podrían terminar en nada. Beth llegó a mi casa muy temprano a la mañana siguiente para confirmarme que lo dicho por Diego era cierto y para impulsarme a ir sin miedo. El siguiente inconveniente era mi padre y lo raro que sería llamarlo a decirle que me iba de casa. Beth me dijo que simplemente me fuera y que, si todo salía bien, ella y Raymond se encargarían de mi padre.

Fue triste pensar en él y en el hecho de no despedirme, pero supe dentro de mí que él conociendo mis motivos y mi carácter, lo entendería. Yo ya era legalmente libre de elegir mi camino y él nunca me dio impedimentos para tomar mis decisiones. Sin embargo, le dejé una corta nota en la que le decía que estaría bien y que cuando pudiera me pondría en contacto.

Cuando llegué a la estación de tren siguiendo las indicaciones de Diego entré en pánico. Diego me dijo que el plan estaba hecho, pero que los inconvenientes que pudiesen surgir se salían de las manos de todos; que Raymond se comprometía a llevar a Karma y presentarle el plan, pero que ya era decisión suya tomarlo, así que esperé por casi una hora, que, si bien no fue tanto, se sintió como una eternidad en la que temía a cada segundo que llegara la noche y ella no llegara. 

Y entonces apareció y cada pequeño problema en que pude haber pensado se disolvió. Ya no me preocupó que papá no me encontrara en la noche o que mamá en otra ciudad llorase por no saber dónde estaba yo o que Gris me odiara por no despedirme tampoco de ella o que aún me faltaban un par de meses para graduarme. Cuando vi a Karma ahí sentí que todo a su tiempo tendría solución, que ningún odio o dolor sería permanente.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora