VII. ☆ Sueños y futuro ☆

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Asistí al partido de voleibol de Marco tal como dije, solo que, sin revistas para distraerme, en realidad iba a prestarle una pequeña ayuda para que no resultara tan desastroso el resultado

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Asistí al partido de voleibol de Marco tal como dije, solo que, sin revistas para distraerme, en realidad iba a prestarle una pequeña ayuda para que no resultara tan desastroso el resultado.

Me vio entrar y me sonrió, siguió con su juego dando su versión del ciento diez por ciento, aunque el resultado se quedaba debajo de un diez en proporción. Inspiré hondo cerca de la mitad del partido y llamé al viento mentalmente; al soplar con suavidad por entre mis labios, una ráfaga llenó el gimnasio, no tan fuerte como para que resultara extraña, solo lo suficiente para cambiar la trayectoria del balón cuando el equipo contrario lo lanzó al nuestro. 

De repente el juego empezó a tomar ventaja para Midwest, Marco tocaba el balón con algo más que su cara y los pocos asistentes se emocionaron con el espectáculo, eso sin contar al entrenador que les aullaba en alegría de que por fin jugaran bien. Mis ojos no se despegaban del balón porque de prestar atención a algo más, perdería la concentración en el viento que lo dirigía.

Esa dicha duró como... cinco minutos hasta que de algún modo el balón llegó a la nariz de Marco.

Mi concentración se perdió de inmediato al ver a Marco tambalearse y a uno de sus compañeros apoyarlo por la espalda con su mano para que no cayera. Él tenía los ojos cerrados y la mano en su cara, sobándose.

—Williams, afuera —gruñó el entrenador—. Denver, adentro.

Marco apenas y le prestó atención, pero pronto fue consciente de que el entrenador lo sacaba del partido. El mismo chico que había estado a su lado lo medio empujó hacia las gradas para que saliera de la cancha; con una desorientación momentánea, él se dejó hacer y cuando lo dejaron solo, buscó camino hasta mí. Se dejó caer con pesadez a mi lado, resopló y echó la cabeza hacia atrás, en silencio.

Parte de mí quería reírse, pero consideré que hacerlo frente a él que tenía los ojos aguados por el impacto y la derrota en sus maneras, no era correcto.

—Me está empezando a parecer preocupante eso de que tengas un imán de balones en la cabeza —pronuncié con cautela.

Con los ojos cerrados, Marco sonrió.

—Siempre digo que de algo me tengo que morir, pero admito que sería muy humillante hacerlo por un balonazo.

—¿Cómo es que no lo viste venir? —murmuré en un tono burlesco—. ¿Dónde están tus reflejos de taparte la cara?

Separó sus párpados para mirarme de soslayo; yo creo que, pese a no reírme abiertamente, lo divertido que me parecía se me veía en los ojos. Es que era imposible no verlo gracioso, especialmente cuando le ayudé con magia y aun así terminó golpeado. 

—¿Sería creíble decir que es porque no tengo mis gafas puestas?

—No usas gafas.

—Podría preferir lentillas y no haberlas traído hoy.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora