CAPÍTULO 80

2.2K 215 128
                                    

Solo veía negro allá donde mirase y la nada lo envolvía todo. Me rodeaba un infinito de incertidumbre que en cualquier momento podría estallar. Estoy segura de que el limbo me envolvió entre sus brazos para que no escapase. Y lo consiguió porque no supe cuánto tiempo estuve dormida, ausente e ignorante de lo que estaba pasando a mi alrededor.

Primero, sentí una superficie plana bajo mi trasero. Luego, la espalda apoyada sobre lo que parecía el respaldo de una silla de madera rígida y astillada. Sentía los brazos y las piernas entumecidas. Parecía que el centro de la tierra me atraía con más fuerza de lo normal al mismo tiempo que mis párpados luchaban por mantenerse cerrados. Me daba la sensación de no sentir nada de hombros para abajo. Unos segundos después, comencé a moverme y a volver a sentir todo mi cuerpo. Por último, abrí los ojos.

No vi nada. Todo estaba oscuro. Parpadeé unos instantes para acostumbrarme a la oscuridad. Era como si me hubieran puesto unas gafas de sol en la noche más negra del año. Estaba desorientada, agotada y apenas recordaba nada de lo que había pasado ni cómo había acabado en aquel lugar. Pero de repente, hubo un clic en mi cabeza que me hizo recordar hasta el último detalle.

No había acabado allí por voluntad propia. Alguien me había llevado hasta allí y estaba convencida de saber de quién se trataba.

Mi corazón aceleró a cien en un segundo y todo mi cuerpo pasó de estar sin vida a temblar del miedo. Iba a levantarme para salir corriendo de allí, pero algo me lo impidió. Mis manos y mis pies estaban atados a la silla con lo que parecía una cuerda que me apretaba como si mis muñecas y tobillos fueran la mitad de lo que eran. Puse una mueca de dolor mientras intentaba soltarme. No sirvió de nada.

Se me secó la boca y me entraron unas ganas enormes de llorar y de gritar. Pero sabía que no debía hacer más ruido del necesario, no si quería salir viva de allí.

Miré a mi alrededor en busca de algo que me pudiera ayudar. Pude deducir que me encontraba en el desván de una especie de cabaña pequeña de madera a punto de pudrirse. La planta no tendría más de seis metros de largo por cuatro de ancho, un techo inclinado y tan solo una ventana diminuta en el lateral izquierdo. Sin embargo, no distinguí ni un bulto de algún mueble ni ninguna sombra de nada. Tan solo estábamos yo, la silla y lo que parecía una escalera al fondo del lugar.

Volví a probar a desatarme pero solo conseguí hacerme más daño en las muñecas. Lágrimas se me acumularon en los ojos y el miedo comenzó a hacerse más intenso.

Aquel era mi final. La bomba había explotado y se había llevado por delante toda mi buena suerte.

Ni si quiera sabía cuánto tiempo llevaba allí ni cuánto tiempo había pasado desde que había abandonado la boda.

La boda de Carlota. La hermana de Verónica.

Dejé de moverme y me dejé hundir en la incómoda y dura silla.

Recordé por qué había acabado en el bosque llorando como si no hubiera un mañana. Álvaro y Verónica me habían engañado. Llevaban justos desde el principio y me utilizaron como un pañuelo de usar y tirar. Hicieron que cayera en las redes de Álvaro mientras se reían de mí y se lo montaban por detrás. Pero no entendía nada. Ambos se habían portado tan bien conmigo que era imposible que me pudieran hacer algo así. ¿Por qué? Tenía que haber un buen motivo. Tenía que haberlo porque era impensable que alguien pudiera planear algo tan rastrero. Encima, ¡Verónica me había drogado! ¿Cómo narices lo había hecho? No creía que me hubiera echado nada en la bebida porque me habría dado cuenta. Puede que diera con respuesta. Cuando me había llevado a su habitación para confesarme que le gustaba Cristian, bebí desesperada de su vaso. ¡Por eso sabía tan mal! ¿Y por qué me afectó a mí más que a ella? Y Álvaro... lo sabía y no trató de impedirlo. ¡¿Qué clase de persona hace eso?! ¿Con qué finalidad? Me daba asco. Horas antes me había dicho que estaba enamorado de mí. ¿Cómo se atrevió a mentir sobre algo tan importante? No tenía sentido. Además, se había mostrado distante de Verónica en aquella habitación, incluso podría llegar a decir que lo vi arrepentido, pero no bastaba. Era demasiado para asimilar.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now