CAPÍTULO 59

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Conseguí llegar a las escaleras. Durante todo el camino pensé y decidí no preocuparme de lo que había encontrado en el ordenador hasta mañana. No era ni el sitio ni el momento.

Al mismo tiempo que bajaba las escaleras y esquivaba a la gente que había en ellas, pude ver a lo lejos a Cristian y a Verónica hablando en el umbral de la puerta de la cocina. Estaban bastante cerca y la chica no para de jugar con un mechón de su pelo y de comérselo con los ojos.

No me gustó lo que vi y como buena amiga, al pasar por su lado ni si quiera los miré. Si lo hubiera hecho igual vomitaba.

Volví al salón y me metí de nuevo entre la gente bailando. Entre tanto empujón no lograba distinguir a nadie y me estaba empezando a agobiar. Entonces, alguien me agarró del brazo y me hizo voltearme. Era Álvaro. Me alegré de verle.

– Ven – me dijo por encima de la música.

Deslizó su mano hasta encontrar la mía y las entrelazó. Seguido me llevó a través de la improvisada pista de baile hasta otra habitación continúa al salón. Era una especie de sala en la que había un par de sofás, pufs, mesitas, un billar, una mesa de ping-pong y una chimenea que estaba apagada.

Todos mis amigos estaban sentados en los sofás hablando muy animadamente. También había algún que otro del equipo, incluido Diego al lado de Malena.

Álvaro me llevó hasta uno de los sofás donde se sentó y me obligó a sentarme encima de él.

– ¿No te molesto? – le pregunté mientras pasaba un brazo por encima de sus hombros para estar más cómoda.

– Para nada – respondió dándome un beso en los labios – Cuanto más cerca, mejor – sonrió y me hizo sonreír a mí también.

– Mira por dónde. Ya te dábamos por muerta, Val – comentó Nora mientras reía.

– Digamos que me perdí.

Sí, en un mar de información confidencial.

– Cómo no – bromeó Álex.

– ¿Dónde están Cristian y Verónica? – preguntó Thomas mirando a su alrededor.

– Los acabo de ver hablando en la entrada – respondí indiferentemente.

Malena, que estaba de brazos cruzados en el sofá, me miró con el ceño fruncido como si me estuviera analizando.

– Espera, ¿están liados? – intervino Álvaro muy sorprendido.

– Si no lo están, les queda poco para estarlo – dijo una de las amigas de Verónica que había aparecido de la nada.

Se oyeron unos cuantos comentarios, pero yo me limité a mirar al suelo y evadirme por un momento de la realidad.

– Hablando de los reyes de Roma.

Cristian y Verónica entraron en la sala muy coquetos, por lo menos ella. Tras unos cuantos piropos, Verónica se hizo un sitio a mi lado y Cristian se apoyó en uno de los reposabrazos del sofá, enfrente de mí. Me lo quedé mirando unos segundos, pero en cuanto se dio cuenta de que le estaba observando y me devolvió ma mirada, yo la aparté. Me era imposible saber si quería liase con Verónica o no. Al contrario, la chica estaba deseándolo y no se molestaba un pelo en ocultarlo.

– Genial. Ya estamos todos – dijo Álex dando una palmada y llamando la atención de todo el mundo.

– ¿Para? – pregunté.

– Vamos a jugar a verdad o reto.

Todos rieron y comenzaron a planear sus propuestas maliciosas. La cosa era fácil. Te daban a escoger entre verdad o reto y si te negabas a hacer lo que te decían, debías beberte todo un vaso de lo que fuera. Nosotros jugábamos así y, viéndolo de esa forma no sonaba tan mal. Pero yo odiaba aquel tipo de juegos. Era consciente de que era una bobada y que servían para pasar el rato y divertirse, pero siempre había algo que no me gustaba y acababa estropeándolo todo. Por eso prefería evitarlos.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now