Sorpresa (Capítulo 15)

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Rubén reía.

-          ¿Qué tal si lo rebajamos a quince minutos? – propuso.

-          Diez.

-          Trece.

-          Doce.

-          Vale.

Pero lo que Rubén nunca le dijo a Mangel, fue que en realidad había corrido quince minutos.

-          Escucha. – le decía Rubius mientras subía al ring a través de las cuerdas. - Lo primero que tienes que saber es que cuando estás en una pelea real, las cosas no se ponen en cámara lenta como en las películas. Eso es absurdo. Cuando te están a punto de partir la cara, todo se vuelve más rápido, más dinámico, y no te da tiempo a pensar demasiado. O te mueves, o te mueves.

-          Vale. – dijo Mangel, no muy seguro de lo que tenía que hacer. Intentaba subir torpemente al ring, colocando un pie primero y luego pasando el cuerpo. Casi se cae.

-          Regla número uno. Nunca, Mangel, NUNCA le des la espalda a tu oponente. Si son más de uno, debes buscar un ángulo desde el que puedas verlos a todos, más o menos. Si no, puede que te tomen por sorpresa. – Mangel alcanzó a ver cómo se relamía el labio inferior y recordó, semanas atrás, que se lo había partido uno de los subordinados de Eric. << Había un cuarto subordinado. No lo ví venir, pero lo controlé rápido. >> le había dicho. << ¿Peleaste contra cinco hombres, y la única herida que tienes es un labio minúsculamente partido? >> << Ajá. >>

Rubén lo desestabilizó de un golpe en las piernas y Mangel cayó al suelo del ring con un golpe seco, sacándolo de sus pensamientos.

-          Regla número dos. – le dijo, mirándolo desde arriba mientras Mangel asimilaba lo que había pasado. – Eres un lince. Con la mente en el juego. ¿Es que nunca has visto High School Musical? Mantén los ojos y la cabeza en la pelea. Y escúchame mientras te hablo.

-          Pero si ni siquiera habíamos empezado con-

-          Regla número tres. No hay un comienzo ni un final. Nadie define cuándo empieza o termina una pelea. Saber eso no te sirve para vencer.

-          Eso te lo has inventado aho-

-          Regla número cuatro. Cállate.

Mangel resopló, algo cabreado. Se levantó, miró a Rubén y esperó a que le indicara qué hacer. Pero Rubius seguía quieto, observándolo, aguardando.

-          Hum... - dudó Mangel. - ¿Qué se supone que tengo que-

Rubén se movió y le dio un puñetazo en la nariz. O casi. Se había detenido a medio milímetro de la cara de Mangel. Este era incapaz de moverse. Rubén se había desplazado tan rápido que no le había tenido tiempo a reaccionar.

-          Si tú no me golpeas... – le dijo, y retiró el puño, dejando la frase en el aire.

Mangel tragó saliva.

-          Va-vale.

Pero no quiero golpearte, pensó. Aunque se nota que tú no puedes decir lo mismo.

Focalízate de una vez, joder. ¿Que no quieres golpearlo? Lo más probable es que ni siquiera llegues a despeinarle el cabello.

Vale.

Son solo tres Palabras (Rubelangel)Where stories live. Discover now