25. durmstrang and beauxbatons

Začít od začátku
                                    

Y luego oyó la voz de Ojoloco Moody, retumbando en alguna remota región de su vacío cerebro: Rueda en el suelo... rueda en el suelo...

Aries, obedientemente, flexionó las rodillas, preparada para rodar por el suelo.

Rueda en el suelo...

«Pero ¿por qué?»

Otra voz susurró desde la parte de atrás de su cerebro. «Qué idiotez, la verdad», dijo la voz.

Rueda en el suelo...

«No, creo que no lo haré, gracias —dijo la otra voz, con un poco más de firmeza—. No, realmente no quiero...»

¡Rueda! ¡Ya!

Lo siguiente que notó Aries fue mucho dolor. Había tratado al mismo tiempo de roda y no rodar. El resultado fue que se tire hacia adelante, apoyando sus manos para no impactar con el rostro.

—Bien, ¡por ahí va la cosa! —gruñó la voz de Moody.

De pronto Aries sintió que la sensación de vacío desaparecía de su cabeza. Recordó exactamente lo que estaba ocurriendo, y el dolor de las palmas aumentó.

—¡Miren esto, todos... Black se ha resistido! Se ha resistido, ¡y la condenada casi lo logra! Lo volveremos a intentar, Black, y todos los demás presten atención. Miren a sos ojos, ahí es donde pueden verlo. ¡Muy bien, Black, de verdad que muy bien! ¡No les resultará fácil controlarte!

—Por la manera en que habla —murmuró Aries una hora más tarde, cuando salía del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras (Moody se había empeñado en hacerle repetir cuatro veces la experiencia, hasta que logró resistirse completamente a la maldición imperius)—, se diría que estamos a punto de ser atacados de un momento a otro.

—Sí, es verdad —dijo Ron, dando alternativamente un paso y un brinco: había tenido muchas más dificultades con la maldición que Aries, aunque Moody le aseguró que los efectos se habrían pasado para la hora de la comida—. Hablando de paranoias... —Ron echó una mirada nerviosa por encima del hombro para comprobar que Moody no estaba en ningún lugar en que pudiera oírlo, y prosiguió—, no me extraña que en el Ministerio estuvieran tan contentos de desembarazarse de él: ¿no le oíste contarle a Seamus lo que le hizo a la bruja que le gritó «¡bu!» por detrás el día de los inocentes? ¿Y cuándo se supone que vamos a ponernos al tanto de la maldición imperius con todas las otras cosas que tenemos que hacer?

Todos los alumnos de cuarto habían apreciado un evidente incremento en la cantidad de trabajo para aquel trimestre. La profesora McGonagall les explicó a qué se debía, cuando la clase recibió con quejas los deberes de Transformaciones que ella acababa de ponerles.

—¡Están entrando en una fase muy importante de su educación mágica! —declaró con ojos centelleantes—. Se acercan los exámenes para el TIMO.

—¡Pero si no tendremos el TIMO hasta el quinto curso! —objetó Dean.

—Es verdad, Thomas, pero créeme: ¡tienen que prepararos lo más posible! Las señoritas Granger y Black siguen siendo las únicas personas de la clase que han logrado convertir un erizo en un alfiletero como Dios manda. ¡Permíteme recordarte que
el tuyo, Thomas, aún se hace una pelota cada vez que alguien se le acerca con un alfiler!

Aries, que se había ruborizado, trató de no parecer demasiado satisfecha de sí misma.

A Aries, Harry y Ron les costó contener la risa en la siguiente clase de Adivinación cuando la profesora Trelawney les dijo que les había puesto sobresaliente en los trabajos. Leyó pasajes enteros de sus predicciones, elogiándolos por la indiferencia con que aceptaban los horrores que les deparaba el futuro inmediato. Pero no les hizo tanta gracia cuando ella les mandó repetir el trabajo para el mes siguiente: a los tres se les había agotado el repertorio de desgracias.

SOULMATES ━Harry J. PotterKde žijí příběhy. Začni objevovat