Capítulo 32: Old money

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El fuego incineró nuestras almas.
nunca pudimos detenernos.

Un lago granate era rodeado por la inmensidad del fuego eterno. Cada persona perdía cualquier tipo de capacidad de sentir emociones en aquel limbo indescifrable y el rastro de confusión solo podía marcar crueldad y miseria.

Desde lo lejos, la agonía de las sentencias entre las almas se podía oír en forma de espectrales alaridos de dolor. Las voces se desquiciaban en los alrededores hasta perder el sentido y lo único que podía concebir con precisión, era el color escarlata del cielo infinito y las hierbas muertas que estaban por debajo de sus pies. Recorrió la orilla del lago que emitía un hedor a humedad y a carne en descomposición que recordaba haber percibido en algún momento de su vida.

Hortensias azules
Divinas y frías monedas.
Cachemir, colonia, amaneceres blancos.

Su figura humana se encontró en el medio de ese vacío caótico, quiso recordar al menos su nombre. Pero fue difuso, las palabras eran una tormenta de dolor y de desconcierto absoluto dentro de su mente. Se trataba de un ser humano, alguien que portó con un pasado y que terminó su camino. Pero el no poder recordar los motivos claros de su condena... le resultaba una jugarreta sucia.

"El cielo es rojo y no sé a dónde pertenezco."

Dejó de caminar abruptamente. El castaño entrecerró sus ojos con un poco más de interés cuando una figura extraña comenzó a brotar desde la profundidad del lago que estaba rodeando. Los árboles de hojas negras y quebradizas comenzaron a agitarse y a largar parte de su naturaleza caída, las raíces oscuras comenzaron a crecer de forma monstruosa hasta exhibirse en las orillas del agua color sangre. Y aquel ser empapado en líquido podrido y nauseabundo dio firmes pasos hacia su cuerpo.

Jamás podría olvidar las vestimentas rojas de ese llamativo hombre que portaba una gran sonrisa petrificada en su rostro y unos ojos inyectados en sangre que podrían causar la perdición y el horror en cualquier ser. Sus cuernos, que simulaban la apariencia de algún animal terrestre, comenzaron a ramificarse ante la inmensidad del cielo... y avanzó con sus enormes ojos hasta él sin titubear, tornándose cada vez más oscuro e intimidante.

"Ese demonio siempre trata de decirme algo."

Alastor recordó parte de sus sueños, cuando aún poseía una vida humana. Y desde que comenzó a pecar desde muy joven, el escalofriante humanoide en forma de un terrorífico ciervo se presentaba en sus visiones y en sus memorias. El hombre de gran sonrisa llegó hasta donde estaba, estirando sus largas garras negras a sus lados mientras que sus enormes ojos rubí nunca dejaron de emitir una luz brillante y despiadada, como si se tratara de un individuo cruel que podría encargarse de asesinar a cualquier tipo de víctima a su alrededor.

Vehículos rojos, atardeceres y vino.
Éramos jóvenes y hermosos.

Pero lo adoptó en tantas visiones y lo aceptó fugazmente desde hace tanto tiempo, que comprendió que era parte de sí mismo y de esa locura desenfrenada que no podía erradicar como humano. Su lado salvaje, sus inclinaciones degeneradas y sus morbos más asquerosos. Eran las dos caras de una moneda y era como verse en el reflejo de un espejo. El demonio agudizó su mirada hacia Alastor, atravesó su cuerpo con solo un par de pasos como si se tratara de un espíritu que no contaba con una estructura física real.

Ambos podían compartir el mismo dolor.

Alastor se arrodilló en el confuso momento que estaba atravesando, enterró su rostro entre sus manos y tembló abrumado debido a la contundente ráfaga de confusión que lo estaba atormentando por dentro. La figura demoniaca simplemente lo observó de pie, desde atrás. Cientos de sombras oscuras comenzaron a acechar el cuerpo del castaño, espectros de una naturaleza que se turbaban ante las emociones más nefastas del ser humano: ira, dolor, arrepentimiento, miedo...

Born to Die [ RadioDust ]Where stories live. Discover now