Capítulo 26: Inocencia

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Su propio llanto se hizo muy fuerte y su voz se transformó en gritos. Comenzó a suplicar desde el suelo, con su cuerpo de niño cubierto de golpes y quemaduras de cigarro. Ninguna de sus súplicas fue escuchada. Su pequeño cuerpo desnudo hizo inútiles intentos por arrastrarse contra el piso y huir, su llanto era desgarrador y el horror absoluto le estaba colapsando los sentidos. Sintió la sangre correr entre sus piernas, el ardor que lo quemaba desde adentro y el resto de sus extremidades heladas debido a su desnudez.

No pudo hacer nada. Fue inútil, débil y estuvo más indefenso que cualquier otro niño en todo el mundo. Contempló su alrededor y recordó el habitual granate de las cortinas, el olor a cigarro y la textura de la alfombra a la cual se aferraba con sus uñas mientras cerraba los ojos con desesperación y sufría incontables espasmos. Rezaba para que se detuviera, gruñía maldiciones y lloraba porque ya no podía resistirlo más.

Dolía tanto escuchar las risas graves y burlonas, incluso más que el dolor físico. Quería olvidarlo todo, quería ser salvado y ansiaba que Dios escuchara cada uno de sus rezos... más nunca fue así. No quería más golpes ni mucho menos sentir tanto horror. Pero no podía defenderse, solo recordar los peores momentos y resistir la tortura. Y esa rutina se repetía una y otra vez, la única condición era quedarse en silencio y jamás decirle nada a nadie.

Eran golpes. Eran azotes a su piel desnuda. Ese sonido repetitivo no se borraba de sus memorias y se hacía cada vez más audible.

...

Su propio terror de pesadilla lo hizo despertar y retorcerse en su lugar de la cama, Anthony se sentó abruptamente y sollozó quebrando su garganta. Estaba cubierto en sudor frío, temblaba al borde de sucumbir en un ataque de pánico y su cuerpo estaba tan desfasado en adrenalina y nervios que apenas podía reaccionar ante el hecho de que acababa de despertar de un sueño. Se sostuvo la cabeza entre sus manos y se arqueó hacia abajo jadeando con demasiada fuerza, cada recuerdo era tan doloroso y palpitante que sentía que su pesadilla no era más que un sueño lucido y que había sucedido hace pocos minutos.

Clavó sus uñas en su rostro, se sacudió violentamente y gimió horrorizado sin poder apartar esos recuerdos de su cabeza. Era la misma pesadilla de siempre, la que era similar a una tortura. Pero en esa ocasión, se había sentido demasiado real.

La humillación, la brutalidad, la vergüenza.

¿Anthony?...

Alastor abrió sus ojos algo somnoliento, dormía a su lado desde hace mucho tiempo en la amplitud de su cama. Muy de a poco, tomó asiento y se preocupó desmedidamente al escuchar la crisis que lo estaba invadiendo. Se alteró al verlo temblar y sollozar de esa forma, no midió sus impulsos y se acercó a su cuerpo con imprudencia al no comprender que sucedía.

Y cuando extendió su mano para tomar una de las delgadas muñecas de Anthony, él ahogó un grito de terror y apartó la mano del contrario con un brusco y súbito golpe.

¡NO ME TOQUES!

El mayor retrocedió de inmediato y abrió sus ojos pasmado ante esa ofensiva tan directa. El rostro de Anthony estaba repleto de desesperación, agobio, nervios y sobre todas las cosas, un profundo e indescriptible aborrecimiento. No parecía él mismo, era un lobo rabioso que necesitaba morder a cualquiera que se acercara... se estaba desarmando frente a él porque esas desastrosas y caóticas emociones lo habían adentrado en ese colapso.

Pero el rubio reaccionó segundos después. Había despertado de ese trance, de esos recuerdos. Alastor estaba a su lado porque dormía con él, era de día y la luz del sol ingresaba por la ventana. No era un lugar hostil, era un lugar seguro. Y todo lo que había vivido no eran más que recuerdos y pesadillas del pasado.

Born to Die [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora