Capítulo 22: Molly

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El gran día había llegado.

La ceremonia se celebraría en un prestigioso salón en el centro de la ciudad. Una gran cantidad de personas habían sido invitadas, principalmente contactos de la familia Pentious. El lujoso espacio no solo poseía un altar cubierto de decoraciones blancas y brillantes cruces de plata, también contaba con un apartado salón en dónde los invitados podían beber y consumir aperitivos. Cada uno de ellos estaba vestido de gala para la celebración y la música suave en tono orquestal era producida por un grupo que se ubicaba a un costado lejano.

Todo estaba marchando como debía ser. Molly estaba siendo retocada en una pequeña habitación por varias mujeres, mientras un par más se encargaban de arreglar los últimos detalles de su largo vestido blanco. Ella se puso de pie para contemplarse en el espejo del cuarto y amplió sus ojos al contemplarse. Jamás se había visto así... Su maquillaje era liviano, resaltaba el brillo de su su piel y la juventud de su rostro. Su labial rosado y su rubor le daban una frescura indescriptible.

Pero sin duda alguna, lo que la hacía lucir como una reina, era su vestido. Largo y glamoroso, ajustando fuertemente sus caderas y resaltando su diminuta cintura. La piel de sus hombros estaba expuesta y el velo que cubría levemente sus ojos le daba aires mágicos a toda la elegancia de su cuerpo. Cada centímetro de su pecho estaba incrustado con pequeños diamantes y sus manos portaban unos guantes livianos y casi transparentes. Era la primera vez que se sentía preciosa, especial y pura. Sonrió ante su reflejo, porque ese era el día más feliz de su vida.

Toda la celebración había comenzado desde hace horas. Ella debía esperar el horario exacto para salir y encontrarse con su hombre en el altar, aún tenía el tiempo suficiente para estar en esa habitación y tratar de no desmayarse de los nervios. Su estómago dolía y estaba nerviosa, ansiosa y alegre. Sus hermanos la verían contraer matrimonio y su padre también. Traería orgullo a su familia luego de tantos años de ser humillada, de no ser nadie.

No podía esperar más, estaba sola en su cuarto luego de que todo el personal se retirara al terminar con sus preparativos. Molly sabía que la tradición dictaba que no podía ver a Don Pentious antes de estar en el altar, el novio no podía contemplar el vestido de la novia antes de ese momento único. Pero su curiosidad y travesura pudo más que ella, al igual que su felicidad. Sabía que Pentious no iba a enojarse por ir a visitarlo a su habitación antes de la ceremonia, él era un hombre muy amable y jamás se había mostrado molesto o agresivo en ningún momento.

Molly decidió salir de su habitación y recorrer el pasillo con algo de cuidado de no ser descubierta. Tuvo suerte, no había nadie y tampoco había rastros de ningún tipo de personal. El pasillo estrecho forrado de terciopelo rojo se sintió un poco tétrico al estar sola, pero era lo que menos le importaba. Quería abrazar a su hombre y que él le dijera palabras dulces para tranquilizar su acelerado y emocionado corazón.

Encontró su habitación, la conocía. Ni siquiera iba a tocar, quería darle una gran sorpresa.

Solo un disparo.

Escuchó su voz. Era la voz de su hombre desde el lado de adentro de la habitación. Fue fuerte, clara y se sintió increíblemente fría. No recordaba haber escuchado a Don Pentious hablar así alguna vez... La rubia sabía que escuchar una conversación detrás de una puerta era una gran violación a la privacidad. Pero... No pudo evitar hacerlo.

En la cabeza. No quiero que agonice.

Apoyó sus manos sobre la madera, tembló. Era la voz del hombre que más amaba, del mejor amante y pareja que tuvo alguna vez. La hacía feliz, le sonreía con mucho amor, con auténtico calor y cariño. La protegía entre sus brazos, la hacía sentir la mujer más afortunada del mundo.

Born to Die [ RadioDust ]Where stories live. Discover now