Somos luz de estrellas

13. Sorpresa

Cuando llegamos a casa de Lu, la música se escuchaba hasta fuera y la calle estaba llena de gente aglomerada haciendo fila para entrar. En el portón principal había dos guardias revisando a todo el que pasaba dentro. Realmente era una fiesta a otro nivel. Los tres bajamos del auto al mismo tiempo. Me quité la chaqueta de Nicolas antes de bajar y claro, él me miró con desaprobación; era de esperarse.

Pasé todo el camino reproduciendo el instante extraño que habíamos tenido él y yo; con la llegada de Diana empezó a actuar como si nada hubiera pasado, este chico me estaba confundiendo y mis nacientes sentimientos hacia él estaban haciendo estragos en mi interior.

—Lu me dijo que le hable para que me deje entrar sin hacer fila —anunció él, sacando el teléfono de su bolsillo—. Seguro que las deja entrar a ustedes también —añadió mientras tecleaba en la pantalla.

Me empecé a preguntar por qué Lu no me había dicho lo mismo a mí, solía darme ese tipo de privilegios en sus eventos. Saqué mi celular en busca de su chat en WhatsApp y fue ahí cuando me di cuenta de que se me había olvidado por completo confirmarle mi asistencia. Con todos los nervios y dramas se me había pasado por completo el hablar con ella. Sentí culpa al instante, seguro pensaría que era una pedante sin remedio.

—Nos dejará entrar; en su mundo de fantasía se piensa que Art es su mejor amiga —mencionó Diana haciendo un mohín. Nicolas le lanzó una mirada confundida, como si no hubiera entendido el comentario.

—Listo, dice que vayamos a la puerta —anunció.

—¿Le dijiste que estás conmigo? —pregunté.

—No, pero no creo que haya problema —respondió despreocupado mientras los tres nos dirigíamos al portón.

Cuando llegamos, vimos a Lu en el interior; traía un vestido mini color fucsia que le ajustaba perfecto a su cuerpo extremadamente delgado, un maquillaje repleto de brillos, con pestañas postizas incluidas, y un peinado al estilo Ariana Grande, sin mencionar los tacones enormes que la hacían parecer una modelo esbelta y refinada. En cuanto se acercó a la puerta, su cara denotó sorpresa al verme.

—Artemis, viniste —dijo con los ojos extremadamente abiertos.

—Perdón, se me olvidó confirmar, juraba que lo había hecho; espero que no haya ningún problema —me disculpé algo avergonzada. Lu se quedó mirándome por un momento, como si algo la preocupara; eso me hizo sentir incómoda, estaba claro que era indispensable confirmar.

—No, no tranquila. Pasen —añadió con amabilidad, sin quitar aquella expresión de su cara; algo le molestaba. Le hizo un gesto al guardia para que nos dejase pasar y los tres nos adentramos en la fiesta.

Después de una breve charla banal, la cumpleañera nos dejó solos, no sin antes indicarnos dónde se encontraban todas y cada una de las zonas de entretenimiento. Había de todo: videojuegos, una pista de baile, un billar, una sala para charlar, un bufete de comida exótica, incluso una piscina.