10. Brote

1.1K 141 13
                                    

Luna y Adrián tuvieron que irse apenas nos inscribimos; dijeron que, debido al inesperado recorrido por la Facultad, se les había hecho tarde para ir a otro sitio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Luna y Adrián tuvieron que irse apenas nos inscribimos; dijeron que, debido al inesperado recorrido por la Facultad, se les había hecho tarde para ir a otro sitio.

En un momento dado, miré a mi alrededor y me di cuenta que me había inmerso tanto en mis pensamientos sobre el reciente acontecimiento que prácticamente ya no quedaba nadie en aquel lugar. Supuse que era hora de volver a casa y de contarles a Diana y a Daniel mi decisión final.

Empecé a caminar en dirección a mi auto mientras escribía un mensaje en el grupo que compartía con mis amigos. Cuando estaba a punto de llegar al estacionamiento, por el rabillo del ojo, noté que alguien estaba apoyado en el capó de mi carro. Me quedé sin respirar por unos segundos cuando me percaté de que era Nicolas. Lancé un suspiro, imaginándome lo que pasaría en cuanto estableciésemos contacto.

No tenía ganas de hablar con él; a pesar de que ya no sentía los nervios y la pesadez de hacía unas horas, aún no quería correr el riesgo de tenerlo cerca. Nicolas era un claro nexo con mis padres y eso significaba peligro. Entre que pensaba qué hacer y cómo evitarlo, él me reconoció y empezó a caminar en mi dirección. A cada paso que daba mi cerebro se volvía más torpe, y por más que pensaba en cómo salir de la situación, las ideas no llegaban a mi mente.

—¿Qué haces aquí? —lo interrogué cuando estaba a pocos metros de mí. Fue lo único que se me ocurrió decirle; quizás su respuesta me daría más tiempo para pensar.

—Hola extraña —me saludó, haciendo caso omiso a mi pregunta— ¿Olvidaste cómo se saluda a las personas? —preguntó con una sonrisa traviesa.

—¿Qué es lo que quieres, Nicolas? —insistí. No tenía ganas de sus juegos, quería llegar rápido a casa

—Creí que habíamos hecho las paces, ¿por qué estás tan agresiva de repente? —me cuestionó una vez más, sin responder a mi pregunta.

—No lo estoy —me defendí con sequedad.

—Está bien, está bien —aceptó, mostrándome la palma de sus manos—, no quiero molestarte, solo venía para decirte que te vi en la cafetería y también me di cuenta de que fingiste no haberme visto. —Esbozó una media sonrisa y, tras una pausa en la que me clavó su mirada, empezó a caminar alejándose de donde nos encontrábamos.

—¿En serio has venido hasta aquí solo para decirme eso? —pregunté desconcertada y algo avergonzada por haber sido descubierta. Él se detuvo y volteó, aún con su sonrisa.

—Sí, o... ¿esperabas algo más?

—No...

—Eso pensaba —soltó y siguió caminando. Un impulso recorrió mi cuerpo. «¿Qué se creía?».

—¡Yo creo que eres tú quien esperaba algo más! —le grité, y me giré para ir en dirección a mi auto.

Sentí un subidón de energía por haberle dado una buena contestación a sus tontas ocurrencias. Cuando ya estaba a punto de llegar al aparcamiento, sentí como su mano me sujetaba por la cintura desde atrás y me detuve en seco.

Somos luz de estrellasWhere stories live. Discover now