7. Watson

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Esa noche, ya que mis padres no estaban, decidí invitar a dormir a Diana y Daniel

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Esa noche, ya que mis padres no estaban, decidí invitar a dormir a Diana y Daniel. Tenía que aprovechar todo mi tiempo libre, y una de mis actividades favoritas eran las pijamadas con mis mejores amigos. Lo que hacíamos normalmente era reunirnos en la tarde; así, si teníamos alguna tarea pendiente la hacíamos juntos y luego empezaba lo bueno: veíamos películas o videos de Youtube, y lo que más me gustaba era que hablábamos y hablábamos de todos los temas que se puedan imaginar. Se sentía como si, con esas charlas, algún día encontraríamos la manera de resolver todos los problemas del mundo.

Ese día no teníamos ninguna tarea pendiente, así que quedamos a eso de las ocho de la noche. Diana aceptó de inmediato, sin embargo, Daniel nos dijo que tenía que estudiar para los preuniversitarios y no se presentó a la pijamada.

Ya en la noche, Diana por fin llegó; un poco tarde, a decir verdad. Traía una sonrisa de oreja a oreja, irradiaba felicidad por los poros; la notaba impaciente y entusiasmada, las dos cosas al mismo tiempo.

—Arteeeemiiiiis —canturreó cuando entramos en la sala principal—. Necesito contarte algo, ¿está tu hermana? —indagó, mirando por detrás de mi espalda hacia el comedor principal.

—Sí, acaba de llegar —le contesté extrañada por su sospechosa actitud.

—Vamos a tu cuarto —me ordenó sin perder su entusiasmo, a pesar de que la notaba más impaciente que antes.

Acepté, asintiendo con la cabeza, aún con dudas sobre su actitud, y ambas nos dirigimos hacia las escaleras que llevaban a mi habitación.

—Hola Diana —la saludó mi hermana, que se dirigía a la biblioteca con una taza de lo que parecía ser té.

Mi amiga abrió los ojos sorprendida, como si hubiera sido atrapada en medio de un acto criminal. Me reí por lo bajo ante su reacción.

—Hola Pía —le contestó con euforia excesiva y con una gran sonrisa nerviosa. Mi hermana no le hizo mucho caso y siguió con su camino.

—Dime qué pasa, pareces una loca —le reproché cuando cerré la puerta de mi habitación. Noté que le brillaban los ojos.

—Nooo sabes lo que me enteré antes de veniiir —canturreó de nuevo. Después de que le echara una mirada perdiendo la paciencia, empezó a explicarme— ¿Recuerdas a Mariela? La que es hija de los amigos del pueblo de mis padres.

—Sí, ¿qué pasa con ella?

—Hoy sus padres fueron a almorzar a mi casa, no los veía desde hace mucho; pero bueno, el punto es que nos pusimos a charlar de la vida y no sabes de lo que me enteré. —Me miró abriendo los ojos al máximo, advirtiendo de que lo que venía a continuación era increíble.

—¿Qué? Ya dime Di, no seas así —le reclamé.

—Está bien tranquila. Para hacerte el cuento corto, ella, al igual que tú, quería estudiar Arte en la Universidad de Buena Vista. El problema era que sus padres no podían costearle la carrera; sabes lo cara que es esa maldita universidad —se quejó mientras hacía una mueca de desagrado—. Bueno, el punto es que ella ahora mismo está en el tercer año de la carrera de Arte. Adivina cómo.

Somos luz de estrellasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt