56. Sin alma

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Alexander cerró la puerta de lo que parecía ser una pequeña oficina hecha de madera, era bastante estrecho ahí dentro, tan solo tenía un pequeño escritorio viejo y dos escuálidas sillas.

—Siéntate —ordenó él, señalando a una de ellas.

Lo hice algo nerviosa, el ambiente estaba tenso. Empezó a caminar de un lado a otro, sujetándose el puente de la nariz y negando con la cabeza.

—Vamos a ver —soltó por fin—, te voy a preguntar una cosa y necesito que seas honesta conmigo.

—Sí claro, lo seré —contesté secándome el sudor de las manos en el pantalón.

—¿Tuviste algo que ver con esta nueva beca?

La pregunta me tomó por sorpresa.

—¿Qué?

—La beca del diamante en bruto ¿tuviste algo que ver? —. Su tono era inquisitivo.

En mi mente se desató una revolución. Pensé en Nicolas, en que él había conseguido esa beca para mí, pensé en lo que hice en la fiesta de Julián frente a él, recordé lo impulsivo que es y entendí que esto podría tratarse de una venganza.

—No, no tuve nada que ver.

Alexander empezó a reír con ironía.

—Claro que no. Señorita De la Vega, ya sé quiénes son sus padres. ¿Intentó esconderme eso también? ¿Acaso usted sabía que existe una cláusula que impide que los hijos de socios participen en las becas? No sé por qué pregunto, claro que lo sabía, es por eso que esta beca está exenta de esa cláusula. Es solo una casualidad ¿verdad?

—No yo...

—Escuche, voy a ser claro. No voy a permitir que les quite esta oportunidad a las personas que realmente lo necesitan.

No sabía nada de esa cláusula, ahora me sentía como una tonta. No era responsable de lo que se me acusaba, lo era Nicolas, él tenía la culpa, sin embargo, en ese momento me sentía muy culpable, no quería quitar una oportunidad a nadie.

—Profesor, le juro que yo no hice nada, solo intento estudiar lo que de verdad me gusta.

—Permítame ser impertinente, pero estoy seguro de que sus padres pueden costearle la carrera que quiera, no necesita estas ayudas. ¿Esto es alguna clase de juego para demostrar algo?

—¿Por qué jugaría con algo así? Usted está mal interpretando las cosas, el problema con mis padres no es el dinero, hay otra situación de por medio, déjeme que le explique.

Entrecerró los ojos y se quedó observándome por unos segundos.

—He trabajado por mucho tiempo en universidades como esta, los muchachos como tú, que lo tienen todo, suelen divertirse con este tipo de cosas, lo hacen para sentirse superiores al resto de sus compañeros.

—Está siendo injusto y prejuicioso conmigo —me quejé, sintiendo una punzada en el estómago.

—Habla la voz de la experiencia, me baso en hechos, en realidades que he visto y vivido. Tenía la esperanza de que me dijese la verdad, pero parece ser que lo tendré que averiguar por mi cuenta y no me subestime, me da igual perder este trabajo, prefiero luchar por lo justo, que trabajar donde se les dan privilegios a quienes no los necesitan.

El tono de Alexander era tenaz, me volví a secar las manos en el pantalón, mientras sentía mi corazón latir a mil por hora.

—Estoy diciendo la verdad, lo juro, por favor, no me meta en problemas, yo solo quiero...

—Basta —me calló con firmeza—. Vaya a disfrutar del campamento, hablaremos de esto al llegar a la ciudad y tranquila, que no se meterá en problemas ya que «el que nada teme, nada debe» ¿cierto?

Somos luz de estrellasWhere stories live. Discover now