24. Entre la magie y la ilusión

634 79 39
                                    

—Art

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Art..., ¿estás bien? —preguntó Diana con una voz cálida.

Sentí como la emoción inundaba mi pecho. Eso era una tregua, una oferta de paz. ¡Cuánto lo necesitaba! Ella lo sabía, me conocía tan bien...

—No —dije mientras las lágrimas empezaban a brotar de mis ojos. Se lanzó a abrazarme.

Se sintió increíble, fue como recuperar años de vida al saber que ya no me encontraba sola; aquella mañana, ese abrazo lo significó todo para mí.

—Ven, vamos a hablar —me dijo llevándome hacia el patio principal mientras yo aún sollozaba en su hombro.

Por el rabillo del ojo, noté que Nicolas nos estaba observando. Intenté no prestarle atención, sentía que si lo miraba me podría peor.

—A ver, Art, sigo molesta contigo, pero me importas; no puedo seguir de brazos cruzados ante esta situación. Tienes que decirme qué mierdas te traes con ese idiota.

—Di, por favor, déjame explicarte lo que pasó, te juro que yo no tuve nada que ver: estaba durmiendo. Perdón por dejarte en la fiesta y perdón por dejarte en la casa de Nicolas, pensé que era lo mejor; fui una ilusa, no era mi intención lastimarte y te...

Me ahogué entre sollozos y Diana, mientras mantenía su brazo rodeándome los hombros, continuó hablando para apaciguarme:

—Está bien, está bien, te creo. Solo que ese no es el problema; estoy molesta contigo porque estás dejando que te manipule con su cara estúpida y bonita. Sí, esa noche me dejaste por un chico, eso es normal: te gusta alguien y quieren estar a solas, lo entiendo; además, yo contribuí con la idea. Y sí, me fui a la mierda por tomar de más, eso es culpa mía. Es o que pasó después es lo que no puedo concebir.

—Lo sé, debí estar más atenta; si hubiera estado ahí, habría hecho algo para que no llamase a tus padres. Es verdad que en teoría lo hizo porque te podía pasar algo y necesitabas ir al hospital, pero sé que se me hubiese ocurrido algo para evitarlo.

—¿Qué?... Espera, espera. En primer lugar, eso es una enorme mentira: yo estaba despierta y consciente cuando mis padres llegaron y ni siquiera fui al hospital. ¿Sabes lo que me dijo Nicolas esa noche? Dijo que tú le habías dado su número y que le habías pedido que los llamase porque estabas preocupada por mi estado.

—¡Oye, no! No fue así, nunca le dije eso ni le di el número de nadie —solté desconcertada; no podía creer lo que estaba escuchando.

—Lo sabía. ¡Mierda! Lo sabía... Dudé de ti y me enojé porque de verdad creí que tú se lo habías pedido. Te conozco, sé que a veces te pones histérica y supuse que él te había largado la misma mentira que a mí, eso de que estaba fatal y que me tenían que llevar al hospital. Pensé que lo habías creído y que por eso quisiste llamar a mis padres; no podía concebirlo viniendo de ti y aun peor sabiendo todo lo que sabes sobre mi familia, pero estos días lo estuve analizando: ese tipo es un manipulador, se le nota. Me enteré de que estuvo hablando mal de mí con todos. Y mierda, Artemis, te trató horrible esta mañana; estuve a punto de meterme, y luego, cuando lo vi entrar tan campante y tú por detrás con los ojos hinchados, supe que algo no andaba bien. No voy a dejar que un idiota termine con nuestra amistad de años, ni que te manipule de esta manera.

Somos luz de estrellasWhere stories live. Discover now