016

9.6K 471 538
                                    

CAPÍTULO 16
i think you can help me with that

                COMO ERA TOTALMENTE HABITUAL, LO ÚNICO QUE SE OÍA EN EL CHÂTEAU CUANDO POPE VOLVIÓ, eran las quejas de los hermanos Routledge

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

                COMO ERA TOTALMENTE HABITUAL, LO ÚNICO QUE SE OÍA EN EL CHÂTEAU CUANDO POPE VOLVIÓ, eran las quejas de los hermanos Routledge. Pope rodó los ojos y, aunque a lo largo de los años había aprendido que lo mejor que podía hacer era no meterse, decidió intervenir.

Estaban los dos en la habitación de John B, con el armario abierto de par en par, tan concentrados en bucar algo, que ninguno de los dos se percató de que Pope estaba detrás de ellos.

—Te tengo dicho que no cojas mis camisas, que las pierdes —protestó John B, agachándose para buscar entre los cajones.

—¡Pero que yo no he cogido nada!

—¿Y dónde coño está?

—Tú sabrás que has hecho con ella.

—¡Si siempre la llevas puesta! —exclamó el castaño, señalando a su hermana.

—¡Solo cuando salimos y la llevas tú! —se defendió Lee.

Pope se aclaró la garganta, ante lo que ambos se giraron para mirarlo, cruzándose de brazos y poniendo la misma cara. El moreno tuvo que esforzarse para no reírse porque le resultaba sumamente gracioso cómo podían llegar a ser tan iguales a veces.

—¿Se puede saber qué os pasa? —preguntó, mirándolos a los dos.

—Lee ha perdido mi camisa favorita.

—¡Que yo no la he cogido!

—¿No te la habrás llevado a Tannyhill? —Pope alzó una ceja. John B negó con la cabeza.

—No, la última vez que la vi estaba colgada de esa percha —respondió, señalando dentro del armario. Lee rodó los ojos.

—¿Cuál es? —volvió a preguntar Pope.

—La amarilla con el estampado de tigres —respondió la menor de los Routledge por su hermano. Pope soltó una carcajada, haciendo que los pecosos lo mirasen con los ojos entrecerrados.

—Pero si la llevabas puesta antes de saltar al agua —dijo él. John B y Lee se miraron entre ellos y la pecosa le dio un puñetazo a su hermano en el brazo.

—Eres imbécil.

—Bueno, tú tampoco te habías dado cuenta —se medio defendió John B.

fearless || jj maybankTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon