Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que padre perdió la vida: la búsqueda del oro del Royal Merchant.
Durante lo que ellos pensaban que iba a ser el mejor verano de sus vidas, un e...
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—¿DE VERDAD NO ME VAS A CONTAR LO QUE PASÓ ANOCHE? —preguntó John B, siguiendo a su hermana por el salón. Lee rodó los ojos y echó la cabeza para atrás.
—No pasó nada —murmuró ella, dejándose caer en el sofá. John B alzó una ceja y se cruzó de brazos, esperando a que dijera algo más.
—Ashley, ¿vas a hacer que le pregunte a él? —Lee miró a su hermano fijamente, entrecerrando los ojos.
Abrió la boca para responder, pero el ruido de la puerta del porche la interrumpió, así que los dos se giraron para ver quién era. Al ver a Pope y a JJ, John B sonrió a modo de saludo, pero Lee no pudo evitar tensarse en cuanto cruzó miradas con el rubio.
—Sí, John. Pregúntale a él —dijo sin apartar la mirada de JJ. El rubio apretó la mandíbula.
—Preguntarme, ¿el qué? —JJ alzó una ceja, sin apartar la mirada de la pecosa. Ella rodó los ojos.
Sin decir nada, Lee se levantó del sofá y salió de allí, pasando por al lado de JJ para poder llegar hasta la puerta. Él mantuvo la compostura, pero en cuanto escuchó la puerta cerrarse, dejó salir el aire que había contenido en sus pulmones.
Pope y John B se miraron entre ellos con el ceño fruncido, sabiendo que alguno de los dos tendría que preguntar. El pecoso cogió aire y miró a su mejor amigo.
—¿Qué coño le has hecho?
—¿Por qué crees que la he cagado yo? —JJ se apoyó en la pared y se cruzó de brazos.
—¿Es una pregunta seria o...? —empezó Pope. Al ver la mirada que le dirigió JJ, se calló de golpe.
—JJ —dijo John B, captando su atención de nuevo.
—Nada, John B. Estamos bien.
—Sí, se nota. Sobretodo anoche cuando la encontré a las tres de la mañana sola en la playa llorando por lo que sea que hiciste —murmuró el castaño. JJ tragó saliva. El pensamiento de Lee llorando por él hizo que su corazón diera un vuelco.
—Voy a ir a ver si Lee está bien—Pope señaló la puerta y dio un paso hacia ella, pero la voz de John B lo detuvo.
—¿Por qué no vas tú, JJ? —preguntó el pecoso con un claro tono enfadado, mirando a su mejor amigo. El tensó la mandíbula y tragó saliva, otra vez.
