setenta y cinco (maratón 1/2)

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Paulina

Hace 20 minutos volvimos de comprar ropa con Cazzu.

Ella se fue a su casa a dejar todas las bolsas, además, Dinamita le aviso que él ya se había ido de mi departamento.

Yo me dirigí a mi habitación, para guardar toda la ropita que compre, en el armario.

Con Cazzu, compramos dos trajecitos miniaturas, uno de Mickey Mouse, para Nico, y otro de Winnie Pooh, para Bruno.

Yo me los imagino con los trajecitos y ya me muero de amor.

Guardé toda la ropa en el cajón que es para todo lo del bebé y fui otra vez a la cocina.

Ecko, se había ido, supongo que a trabajar.

Vi que había una nota en la mesa, asique, me acerque y la leí.

"Gorda, me llamo Omar, que vaya urgente al estudio, para arreglar la cuestión de un tema, enseguida vuelvo. Te amo.
Ecko"

Sonreí, sigue dejando la firma de su nombre al final de todas las notitas, como al principio.

Me digirí al sillón, en realidad, primero fui a la heladera, busqué un postre y después fui al sillón.

Puse una película y mientras comía el postre, miraba la película, aunque, no esta tan divertida.

5 minutos después, apoyé el envase vació en la mesita ratonera y me acomodé para poder dormir cómoda y tranquila.

¿Algo que extraño? Dormir boca abajo.

10 minutos después de mirar como pude la película, apagué el televisor, cerré los ojos para relajarme un poco y me dormí.

[...]

Me desperté por el tan odiable ruido del timbre, siempre que suena me hace acelerar el corazón de lo fuerte que suena.

Me levanté, fui al baño, hice mis necesidades, me lave los dientes, las manos, la cara y volví a la cocina.

Abrí la puerta y del otro lado, había una persona que pensé que no iba ver nunca más en vida.

Olivia.

¿Que hace ella acá? ¿Que hace viva? ¿En aquel tiroteo del secuestro, Dinamita, no la había baleado?

–¿Que haces acá y que querés?– pregunté seca.

No le tenía miedo, me había dado cuenta que estaba loca de la cabeza y se como tratar a las personas locas.

–¿Pensaste que no me ibas a ver nunca más Paulina?– preguntó con una sonrisa macabra.

–Emm... La verdad que si, pero, veo que acá estas, ¿que necesitas?– pregunté restándole importancia a su presencia.

–Saber que es de tu vida– sonrió– ¿Me vas a dejar afuera? ¿no me vas a invitar a pasar? Es de mala educación eso.

–Porque debería ser educada con vos, si una vez casi me matas– me reí– Sos ridícula, si no te vas ya mismo, llamo a la policía.

No dijo nada, me empujó, pasó a mi departamento, se dirigió al sillón y desde allá me miraba.

Yo me acerqué hasta donde estaba ella.

–¿Que mierda haces?– pregunté enojada.

–Cállate la boca– respondió con odio– Si no queres que te mate a vos, a Ignacio y ese pendejo o pendeja.

Mᴏʀᴏᴄʜᴀ ➞ Eᴄᴋᴏ [ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ]Where stories live. Discover now