cincuenta y dos

652 43 21
                                    

Paulina

Domingo - 11:35 a.m

Me desperté, porque escuchaba que Ecko hablaba con alguien, bueno, no hablaba, gritaba.

Me removi en la cama, lo miré con los ojos entre-cerrados, esté me miró e hizo una mueca de tristeza.

Le sonreí, dándole a entender que está todo bien.

–Bueno princesa– gritó– Yo después te llamo, no te preocupes.

–No te enojes! Siempre te digo princesa– volvió a gritar– Chau, te amo, después hablo.

Lo miré confunida.

Éste dejó su celular en la mesa de luz.

–Mi amor, perdón, ¿te desperté?– preguntó inocente.

–No te preocupes– sonreí falsamente.

¿A quién le decía princesa?

Ecko se quedó mirándome con ternura.

–No te hagas la cabeza amor, era mi abuela– sonrió– Por eso gritaba, esta re sorda, pobrecita.

Reí por el último comentario.

Sonreí, y le agarré la cara.

–Te amo– le di un pico.

–Yo también te amo– me dio otro.

–¿Vamos a comer algo?– pregunté.

–Bueno gorda, para que me visto– me guiño un ojo.

Me reí. Es un estúpido.

Me levanté, fui al baño, me lavé los dientes, hice mis necesidades, y me cambié, bah, me puse el corpiño, y un pantalón abajo de la remera de Ecko.

Volví a la habitación de Ecko, éste, ya estaba cambiado, esperándome sentado en el filo de la cama.

Mire a Sam, quien se encontraba al lado suyo.

–Amor, ¿dónde lo saco hacer pis?– pregunté mirando por la ventana.

–¿Queres llevarlo al patio?– preguntó imitando mi acción.

Asentí, alzando a upa al perrito.

Ecko me guió hasta la puerta del patio, lo solté, y Sam, salió a recorrer todo el patio.

Con Ecko, fuimos a la cocina donde se encontraba Nati.

–Buen día– dije sonriendo.

–Buen día hermosa!– imitó mi acción.

–Hola viejita– dijo Ecko abriendo la alacena.

Nati se mordió el labio inferior conteniendo la risa.

Ecko hizo tres tazas de café, y sacó de la alacena tipo unas tostadas, puso todo en la mesa, trajo queso untable, y empezamos a comer.

El anterior nombrado, se puso a usar el celular, levantó su vista y me miró.

–¿Viste que Duki nos invitó a su pileta, ahora a las 14?– preguntó.

–No, pero vamos a ir, ¿no?– le respondí con otra pregunta.

Odia que le hagan eso.

–Se, obvio que vamos a ir, además dijo que va invitar a unas amigas, así que genial– festejó.

Con Nati lo fulminamos con la mirada.

Este se rió, me lanzó un beso, y siguió mirando su celular, mientras, con Nati seguiamos hablando de distintos temas.

Mᴏʀᴏᴄʜᴀ ➞ Eᴄᴋᴏ [ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora