Abrí los ojos de par en par al comprobar que había hecho un retrato muy real del príncipe Aiden. Apreté los puños con fuerza, sintiendo la madera del lapicero y a punto de clavarme la punta en la piel. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué narices mi subconsciente había querido dibujarlo? Como si me... gustara o si... sintiera algo por él.

Pensé en aquella tarde, en la conversación que habíamos mantenido y en la mirada de deseo que se apoderó de él cuando me vio solo ataviada con aquel bikini. ¿Podría ser posible que se sintiera atraído por mí y que incluso sintiera algo?

¡Qué narices estaba pensando! Era obvio que lo único que sentía era solo amistad. Además, los chicos como él no estaban hechos para mí. Las chicas como yo no podíamos aspirar a tanto. Vamos, ¿cómo un príncipe se va a enamorar de mí, de alguien tan común y corriente? Seguro que en su vida perfecta le esperaba una fila de mujeres estiradas dispuestas a casarse con él.

¿Por qué no podía resistirme a sus encantos? ¿Por qué cada vez que aquellos ojos ceniza se posaban en mí sentía en mi interior la erupción del mayor de los volcanes y por qué cada vez que sonreía un ejército de abejas asesinas revoloteaba en mi interior sin descanso? ¿Por qué simplemente no podía alejarme de él?

Porque me gustaba mucho más de lo que admitiría. Poco a poco se estaba ganando mi corazón y me daba un miedo atroz que lo destrozara. A bastantes personas había perdido ya en mi vida, bastante había sufrido; no quería volver a pasarme las noches en vela llorando sin descanso.

Pero es que Aiden se estaba metiendo poco a poco en mi sistema y me era imposible sacarlo. Cada vez que quedábamos los seis o cuando nos veíamos de casualidad los dos solos sentía que me costaba no lanzarme a sus brazos. Intentaba con todas mis fuerzas que no se notara cuánto me moría por besar sus labios o por sentir solo su tacto en mi piel.

Repasé con el dedo el contorno de su perfilado rostro. Me juré que nadie jamás debía enterarse de lo que estaba empezando a sentir por él, menos mi madrastra y Agatha. Con la determinación renovada, cerré el cuaderno de golpe y lo guardé en el cajón que tenía junto a mi mesita de noche. Nadie jamás debía enterarse de mis sentimientos, ni siquiera Aiden.

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Con la tontería, ya había pasado un mes de campamento. Acabábamos de entrar en agosto y el calor cada vez era más sofocante, aunque varias de las actividades ayudaban a aliviar las altas temperaturas veraniegas. La mañana de aquel lunes hicimos una guerra de agua y pudimos darnos un baño en la piscina; el martes competimos contra el resto de las cabañas en natación; el miércoles nos tocó jugar a la caza de la bandera; el jueves prepararon varias sesiones de cine; y el viernes organizaron un recorrido de obstáculos acuáticos en el lago.

Las semanas estaban pasando con rapidez y temía que pronto acabaran aquellas vacaciones de verano, mis últimas vacaciones en aquel campamento. Solo de pensar que en unos pocos meses sería por fin vista como una mujer adulta ante la ley me daba tal felicidad que incluso no llegaba a creérmelo todavía. Parecía mentira que ya fuera una mujer adulta; si parecía que fuera ayer cuando caí en la tutela cruel de Katrina.

El cuatro de agosto todo fue un revuelo. Todo el mundo en el reino sabía que esa fecha era especial, puesto que el futuro rey había venido al mundo un día como ese veinticinco años atrás. Aquellos días de campamento, esos primeros meses, no lo había visto relacionarse con mujeres del mismo modo que lo hacía en palacio... ya me entendéis. Se había dedicado a estar con Luka y Olivier, dos tíos geniales, de los pocos que me caían bien y con los que merecía la pena estar, y con nosotras, y con ninguna había estado en modo romántico.

Me gustaba el Aiden relajado y normal que había conocido durante ese tiempo. Era más cercano, más real.

Por eso, cuando todos nuestros compañeros lo hubieron felicitado esa mañana calurosa, me acerqué a él con paso temeroso. Se le veía sonriente, feliz y contento. Si incluso aquella niñita pequeña se le había colgado del cuello y le había estirado de las orejas.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Where stories live. Discover now