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Aunque estaba totalmente satisfecho con lo comido en casa de HongJoong, al volver a casa en su auto, ya a oscuras y con los pequeños copos de nieve comenzando a llenar todo el paisaje del camino, SeongHwa consideró necesario pasar a la casa de sus padres antes de ir a la suya propia. Era primera vez que no pasaba la navidad con ellos así que se sentía un poco triste al respecto. Le gustaría que en otra ocasión, ante ese tipo de festividades, tanto su familia como su novio pudieran estar juntos. Por ejemplo para el año nuevo lunar. No faltaba mucho para eso, así que la idea era más cercana de lo que se imaginaba.

Claro, si es que sus padres y HongJoong lograban llevarse bien.

Los Park vivían en una casona antigua dentro del gran terreno de los reyes, en una pequeña villa creada para los trabajadores de alto rango en la realeza. El mismo SeongHwa vivía en ese sector, aunque más cerca del bosque, mientras que sus padres se hallaban en el otro extremo. Las casas eran distantes unas de las otras para darle privacidad a las familias, así que cuando llegó a la casa de sus progenitores, con una sonrisa amplia y el corazón endulzado todavía por el beso que le había dado a su omega al momento de despedirse, nadie se dio cuenta.

Excepto sus padres.

El señor Park veía un partido de básquetbol en la televisión ocupando el sillón grande del salón mientras la omega Park leía una revista de chismes en el sofá más pequeño, cercano a la ventana  (esperando que su hijo al menos cenara con ellos). Ambos sintieron el olor a laurel de SeongHwa y ella notó su sombra desde afuera, así que sin esperar una orden, partió a recibir a su hijo. 

SeongHwa tenía las nariz colorada por el frío y llevaba una boina en la cabeza que su madre nunca vio antes y que poseía un fuerte olor a cereza. El joven consejero hizo una reverencia y su madre esbozó una sonrisa, replicando el acto. Ella confiaba en que su hijo único al menos viniera un rato a estar con ellos después de haber pasado casi todo el día con ese omega marcado de la fiesta navideña de la realeza, así que se alegró de verlo allí.

Honestamente, la señora Park creía en la amistad entre alfas y omegas, pero algo le decía que lo de SeongHwa con el muchacho que vestía francamente estupendo, iba más allá de eso, y tal cosa la hacía sentirse algo inquieta.

Obviamente porque el omega no le gustaba por mucho que intentase.

Pero lo aceptaba, al omega. Su hijo era adulto e independiente, y además era el consejero del país. SeongHwa podía elegir al omega que quisiera y ella estaría conforme mientras éste fuera una buena persona, incluso si no le gustaba para su hijo, y por más que prefiriera al omega Choi BeomGyu. Esperaba al menos, que su esposo opinara del mismo modo. 

Ellos no habían hablado al respecto.

—Ya, SeongHwa —lo llamó su padre al verle—. Te has dignado a aparecer. ¿Cómo estuvo tu día?

SeongHwa hizo una reverencia a su padre, se quitó su anorak y los zapatos y sin pedir permiso, se sentó en el sillón junto al hombre. Suspiró energéticamente, y miró el televisor sin verlo realmente. El olor a pino de su padre se sentía muy espeso y hacía que le picara un poco la nariz. 

—Excelente. He estado con la señorita Shin, su hermanita, y Hong… el señor Kim —explicó escuetamente.

—Te hemos dejado un poco de carne, si es que quieres —le ofreció su madre amorosamente.

—Oh, no quiero por ahora, gracias. Ya he comido pavo y postre.

—Podrías llevarlo a tu casa para la cena… 

—No es necesario —SeongHwa no creía correcto comer un animal que había cazado sin su padre, se sentía como si no lo mereciera.

Y al parecer el señor Park opinaba lo mismo porque dijo:

PRESTIGIO [seongjoong]Where stories live. Discover now