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¿Qué demonios hacía Kim HongJoong sentado así en los estacionamientos del castillo? SeongHwa no pudo evitar preguntárselo. Por lo poco que había hablado con él, le extrañaba verlo así, ya que daba la impresión de que el omega era alguien valiente. Pero esa postura en realidad demostraba lo contrario, como si en realidad se ocultara de alguien.

La última vez que SeongHwa vio al joven asesor fue hace muchos meses atrás, en la ceremonia de coronación. Él sí había visto una bicicleta en los estacionamientos del reino pero no se imaginó que el propietario fuera Kim, así que la imagen de por sí era surrealista. De todos modos SeongHwa pensó en que estaba empezando a hacer mucho frío en las mañanas y que andar en bicicleta ya no era tan conveniente, sobre todo para alguien de aspecto tan frágil como HongJoong. De estatura bajita, delgado y con rasgos finos, SeongHwa no pudo evitar observarlo detalladamente, tal como esa vez en la fiesta de cumpleaños de YunHo, donde quedó impactado por su belleza.  

Es que Kim HongJoong era tan bonito…  

Pero tan odioso a la vez que ahora SeongHwa estaba en ascuas sin saber qué hacer. Quería acercarse y preguntar qué le pasaba, pero estaba seguro de que recibiría una mirada fría y respuestas irónicas.

Sin embargo algo era irrevocable: Kim HongJoong había salvado su vida.

Eso le hizo tomar la decisión de acercarse al omega, que al parecer ni siquiera se había dado cuenta de su presencia. Estaba tan ensimismado que no se movía, como si fuera una estatua. 

—Ejem —carraspeó SeongHwa para llamar su atención. 

HongJoong al fin reaccionó, respirando profundamente y quitándose las manos de la cara. Su rostro, como siempre perfectamente maquillado, no lograba ocultar un extremo cansancio, y partiendo por sus pies, comenzó a ver quien lo había interrumpido, yendo desde abajo hacia arriba con su mirada.

Cuando llegó a la cara de SeongHwa, quien lucía genuinamente curioso, HongJoong no pudo evitar decir un dramático:

—Oh, por dios… 

—Buenos días señor Kim —lo saludó ignorando su disgusto y haciendo una reverencia. Le gustaba mucho no alterarse frente a HongJoong, daba la impresión de que este se molestaba aún más al no ver alteraciones en su ánimo. Pero HongJoong no sabía que SeongHwa era el sinónimo de la paciencia y esas actitudes no le afectaban en nada—. ¿Se encuentra bien?

—Estoy perfectamente bien, gracias por preguntar —contestó HongJoong a secas.

Eso obviamente era mentira. ¿Cómo podía saberlo SeongHwa? Pues por su olor. Algo en él reclamaba urgencia y desesperación a tal nivel que le dio escalofríos y su lobo se encogió en su sitio, como si quisiera imitar al omega que tenía en frente.

—¿Qué hace allí sentado entonces? —insistió el alfa.

—Estoy meditando.

SeongHwa boqueó impactado. Patrañas. Algo pasaba con HongJoong y no podía irse a Daegu sin saberlo… eso que no era curioso, sino que simplemente quería ayudar pues HongJoong era algo así como su héroe.

—¿M-meditando? ¿En el estacionamiento? ¿Por qué no lo hace en el bosque?

—No lo conozco, me voy a perder.

—Usted me salvó la vida en el bosque y no se perdió.

SeongHwa recordó el dolor horrible de las curaciones, su desmayo y posterior recuperación. Fue muy rápida debido a la efectividad de la crema que le aplicó el omega, tanto así que ahora sólo tenía un montón de cicatrices en la espalda.

HongJoong se quedó en silencio mirando a la nada, como si quisiera volver a abstraerse, hasta que pareció asimilar que no se hallaba solo y volvió a fijarse en el alfa de pie.

—Eso fue hace mucho tiempo —dijo después—. ¿Su espalda está bien, señor Park? 

SeongHwa, perplejo por las actitudes del joven, solo atinó a contestar:

—Lo está —luego no supo qué más decir.

—Me alegro —HongJoong habló como si fuera un robot, y después se levantó, al fin más lúcido—. Debo ir al castillo, tengo que tinturar el pelo de YunHo. 

—Usted no debería andar en bicicleta con este clima, señor Kim —sugirió SeongHwa sin saber por qué—, está empezando a hacer frío, y seguro tiene el dinero suficiente como para adquirir su propio vehículo.

HongJoong era considerablemente más bajo que él, pero su cabello muy rubio peinado hacia atrás, mostraba su frente y le daba cierta altura. De todos modos no dejaba de verse adorable en esa chaqueta gruesa y que no le tapaba el cuello, exponiendo su vieja marca. SeongHwa se quedó viéndola fijamente, estático, como si de pronto esta empezara a hipnotizarle. 

—Me gusta andar en bicicleta, pero gracias por su recomendación —la voz de HongJoong sonó peligrosamente pacífica—, y yo le informo que mi cara está un poco más arriba.

—Oh, lo lamento —se disculpó SeongHwa, volviendo a concentrarse en la cara de HongJoong. Este tenía una sonrisa ladina que lo intimidó mucho. 

—Bien, me voy. Adiós —el omega hizo una rápida inclinación de su cabeza a modo de reverencia y se marchó al castillo sin mirar atrás. 

SeongHwa se quedó mirándolo hasta que se perdió de su vista.

PRESTIGIO [seongjoong]Where stories live. Discover now