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—¿Cómo supo donde se ubicaba mi tienda? —curioseó HongJoong viendo la lluvia caer cómodamente desde el asiento del copiloto mientras escuchaban a David Bowie (sugerencia de HongJoong, gracias) a un volumen moderado—. ¿Acaso usted me siguió a escondidas como un psicópata para poder descubrirlo? —añadió con malicia.

Luego de su discusión en la bodega de la tienda, HongJoong se había despedido de TaeHyun y Yuna (no sin antes, a petición del primero, permitir que se sacaran una selca con el alfa), y se marchó con SeongHwa para hacer aquello que temía: echar a sus hermanos a patadas de la casa. En serio esperaba que los zapatos de SeongHwa fueran lo suficientemente duros y puntiagudos como para dañar sus traseros lo suficiente. De hecho sus propios botines eran bastante decentes en ese aspecto, quizás lograba hacer algo por sí mismo. Y también patear a SeongHwa, ¿Por qué no? La mente de HongJoong a veces era muy perversa.

El joven alfa aún pendiente de conducir al lado suyo, sin dejar de mirar al frente, sonrió, como siempre, sin caer en las provocaciones del omega.

—Yo solo busque su nombre por internet y encontré la dirección —explicó el hombre—, no creí que hubieran fotos suyas en las páginas de chismes, pero sí, las habían.

—¿Y se ha buscado a sí mismo, señor Park?

—No, pero me han dicho que hay rumores sobre mi mirada y mi forma de vestir.

—Bueno, sí. Su ropa es un poco aburrida, ahora que lo veo mejor —opinó HongJoong echándole un vistazo rápido. En realidad se veía bien, pero solo quería molestarlo. Tampoco es que los alfas como SeongHwa o MinGi tuvieran tiempo para pensar en las mejores formas de combinar sus trajes. De hecho MinGi se vestía bien gracias al mismo HongJoong, quien elegía su vestimenta diaria. 

—¿Y mi mirada? —quiso saber SeongHwa.

—Sí, también es aburrida.

—No, no —lo detuvo el alfa—, ellos dicen que es peligrosa.

—Ya veo, debe ser porque se parece al dragón de la película.

—Oh, Toothless —afirmó SeongHwa. No se veía en lo absoluto molesto por la comparación. Es más, parecía gustarle.

Vaya qué charla más estúpida tenían los dos, pero no pudieron seguir hablando porque llegaron a casa. Ese día, HongJoong al fin había ido a su trabajo en un auto particular que pidió en una de esas aplicaciones del celular, así que no andaba en su bicicleta. 

Antes de salir del auto, SeongHwa emitió una fuerte exhalación, frunció el ceño, y espero a que el omega saliera de allí primero. Pero como este se quedó estático a su lado, mirando hacia afuera como si la lluvia lo fuera a ahogar, pues retomó la palabra.

—¿Yo debería entrar con usted o lo espero acá?

—¿Eh? —soltó el más bajo.

—O prefiere que me encargue yo. Puede esperarme acá mientras yo amablemente le pido a esos hombres que se larguen de su casa.

—Espere… ¿Amablemente? —HongJoong al fin lo miró, y vaya que recordó el comentario reciente de SeongHwa: en efecto, su seriedad era peligrosa.

—Es un eufemismo. ¿Sabía que estoy armado?

—¿Armado? —chilló HongJoong.

—¿Es un protocolo, lo sabía? Incluso el matrimonio real lleva armas escondidas en su cuerpo.

—¿Usted entró a mi tienda armado? —lo regañó HongJoong desviando el tema—, ¿Usted puso en peligro a mis dos trabajadores y al señor Kwon con su…?

—¿Quiere que echemos a sus hermanos o no? —SeongHwa empezó a perder su eterna paciencia otra vez. Era un poco gracioso verlo así. Aunque quizás gracioso no era la palabra adecuada que estaba buscando HongJoong, porque sentir ese tipo de cosas no era característica de algo gracioso, definitivamente. 

SeongHwa enojado era un poco sexy, debía admitirlo.

Sí, señor Park —aceptó más sumiso de lo que pretendía.

—¿Entonces cómo lo hacemos?

—Vamos juntos —contestó HongJoong con un tono decidido—, necesito ver la cara de los idiotas cuando tengan que largarse de mi casa. Además, me preocupa que cometan alguna locura.

SeongHwa alzó una ceja, sonriendo con cierta expresión de petulancia. Sí, seguro dos betas idiotas iban a hacer algo contra él, uno de los alfas más fuertes del país. Pero no le dijo nada a HongJoong, probablemente el asesor estaba demasiado asustado como para darse cuenta de que deshacerse de los hombres sería pan comido.

—Seguro —dijo entonces—, vamos juntos.

PRESTIGIO [seongjoong]Where stories live. Discover now