3.36 Manipulación

2.6K 365 1.3K
                                    

Hace dos capítulos @JackEvans0609 me recomendó una canción para Denki, la he puesto como encabezado pues es buen momento para sugerirla ya que la tonada es perfecta y hay ciertos coros en la letra que me recuerdan a ciertos personajes aquí. Así que mi sugerencia es que lo pongan de fondo mientras empiezan.

Y ahora sí, ¿listos? vamos:

Título Alternativo: Porque las aves heridas son las presas más fáciles

[...]

El sueño de Denki es corto, lo despierta la brisa helada que se cuela por la ventana abierta, pero en lugar de moverse hacia la cama o de levantarse del suelo el único cambio en su postura es enterrar la cabeza en el brazo apoyado sobre el diván para seguir durmiendo. La siguiente vez lo despierta el hormigueo en sus piernas dormidas, por lo que se acomoda de costado de manera que el peso no se apoye sobre ellas antes de suspirar y dormir. La tercera vez que despierta es por el cosquilleo en su nariz, pero al igual que las veces anteriores lo que hace es mantener los ojos cerrados y acomodarse de nuevo para seguir durmiendo.

El cosquilleo en su nariz es insistente.

Se mueve entre sueños antes de relajarse una vez más. Sueña con su padre y su violencia, con el silencio y el abandono. La extenuación de esa noche se ha convertido en un manto que lo envuelve incitándolo al sueño. No tiene fuerza para contabilizar los daños.

El cosquilleo no para.

Emite un quejido suave, después un suspiro pesado y vuelve a dormir. Sueña con los adornos rotos en una casa vacía mientras las palabras de su padre resuenan dentro de él como latigazos duros que lo golpean una y otra vez. No tiene fuerza para abrir los ojos y estudiar sus opciones.

El cosquilleo se ha extendido a sus pestañas, como una brisa que las toca y lo hace reaccionar.

Esta vez Denki hace un esfuerzo por sacudirse el sueño, frunce la nariz –aún con los ojos cerrados– y se remueve incómodo, hasta que finalmente alza la cabeza que se bambolea como un saco sin vida, pesada e incómoda, llena de algodón y sueño; las secuelas de su llanto, la ansiedad y el hambre pesan sobre él como torres de roca. Pese a su confusión nota el susurro suave de algo contra sus mejillas, un soporte que da estabilidad a su cabeza y la mantienen fija en el aire.

Denki parpadea –pestañas rubias que se agitan nerviosas y pesadas contra su piel, soplos de mariposa que le hacen cosquillas– hasta que consigue enfocar su mirada y los bordes brumosos desaparecen dejando a la vista un rostro afilado y hermoso que su mente atontada no consigue reconocer.

—Buenos días, pajarito.

Es la voz la que sacude la niebla en su cabeza, es el mote el que despierta su pánico, es el tono divertido el que provoca una reacción inmediata en su cuerpo. Intenta echarse para atrás, sin éxito. Las manos de Noche le sujetan la cabeza con firme gentileza, con los dedos a los costados y los pulgares sobre sus mejillas.

Denki parpadea como un espasmo involuntario luchando por borrar todo rastro de sueño, le toma un momento entender que siguen en la habitación, que es de noche y que el guardia se ha sentado en el diván con los codos sobre las rodillas para sujetarle la cabeza y mirarlo. Tiene que aferrarse a la sensación de los dedos fríos contra su piel para mantenerse alerta pues el sueño no parece querer abandonarlo.

—Suéltame —ordena notando la pesadez en su voz aún empañada de sueño.

—Que rudeza —dijo Noche sin perder su sonrisa, sus pulgares duros eran increíblemente suaves al tocarle la cara—, ¿solo eres amable cuando necesitas mi ayuda?

Cuando Denki intento zafarse de sus manos solo consiguió que Noche se inclinara hacia él hasta que pudo ver perfectamente la forma de sus ojos pese a las sombras que cubrían la habitación. De inmediato colocó una mano sobre la muñeca de Noche mientras decía:

HanamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora