5.12. Trato

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Título Alternativo: En el que Denki hace un trato con el diablo

[...]

En cuanto logró calmarse, Denki apartó las manos de su cara; escudriñó la habitación hasta detenerse en la figura de Noche que esperaba por él junto a un panel de madera abierto que revelaba el acceso a los pasillos privados que conectaban el segundo y tercer piso.

Tras un suspiro cansado Denki se levantó con lentitud para avanzar hacia el guardia, abrió la boca y la cerró al ver que Noche se llevaba un dedo a la boca; a lo lejos se oía a su padre gritar. Solo fue hasta que estuvieron al otro lado del panel secreto que Denki se dio cuenta que no llevaban ninguna lámpara en mano por lo que, al cerrarse el panel, la oscuridad fue total.

—Eh...

—Por aquí, pajarito —murmuró Noche y al instante una mano vino a sujetarlo del codo para guiarlo en la dirección correcta. Pese a encontrarse ciego, Denki no pudo evitar mirar hacia atrás aunque prácticamente era imposible saber dónde había estado y hacia donde iban.

—Esto sonara raro, pero... ¿ahora puedo salir?

—Tu padre no ha dicho que acepta tu trato.

—Pero lo hará.

—Sí, pero las cosas siempre tienen que ser a su modo y en su tiempo; ahora mismo está demasiado furioso para aceptar nada.

—Además de ebrio —añadió Denki con un suspiro moviéndose a una velocidad estudiada pues no quería tropezar y caer.

—Además de ebrio —repitió Noche con rigidez.

—Por cierto, le prometí a Neito que desayunaría con él.

—¿No tienes clases que atender?

—Oh —se había olvidado por completo de su clase de música de esa mañana, tenía que volver, cambiarse y alistarse—. ¿Puedes decirle a Neito... uhm?

Hubo una pausa larga hasta que Noche emitió un tarareo inquisitivo.

—Olvídalo.

—¿Qué debo olvidar, pajarito?

—No importa.

—¿No?

—De verdad que no. Iba a pedirte que le dijeras a Neito que no podré desayunar con él, pero es mejor si le envió un mensaje de mi puño y letra con uno de mis sirvientes.

—¿Temes que lea tus mensajes?

—No en realidad porque ya me he hecho a la idea de que sabes todo lo que pasa en el palacio, pero no eres un mensajero para que te use como uno.

Noche se detuvo en seco, lo hizo de forma tan repentina que Denki trastabilló; y ante el repentino silencio movió el codo para asegurarse que el brazo que lo sujetaba siguiera ahí, después giró el cuello en la dirección en la que creía Noche aguardaba.

—¿Llegamos?

No hubo respuesta, en cambio hubo una pausa tan larga que la siguiente pregunta resultó toda una sorpresa.

—¿Por qué tres deseos?

—¿Uh?

—¿Por qué le pediste tres deseos?

—¿No es eso lo que hacen en las historias? Tres deseos, tres regalos, tres habichuelas —en el silencio que siguió a su respuesta Denki sospechó que acababa de decir algo raro. Se aclaró la garganta—. Dijiste que le ofreciera algo que quisiera y a cambio le estoy pidiendo algo —se encogió de hombros pese a que en la oscuridad era imposible que alguien pudiera verlo—. Así funcionan los tratos, lo que pides tiene que ser equivalente a lo que ofreces. Esta boda es de suma importancia para mi padre, ahora lo sé, bien podría sacar algún beneficio por ella.

HanamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora