5.13. Educación

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Título Alternativo: Malos padres crían hijos tristes.

[...]

En la habitación de Neito lo esperaban el Emperador y sus dos hijos.

—¡Denki, viniste! —saludó Mirio desde su lugar junto a la mesa con una exuberancia que hizo al Emperador tensarse aunque nadie pareció darse cuenta porque todos lo miraban a él.

Ah, mi peor pesadilla. Ahí estaba Neito con su cara enfurruñada acomodado en un pequeño diván para facilitar una postura relajada y sin esfuerzo. Mirio seguía teniendo ese aspecto impecable y esplendoroso como si el día hubiera sido para él un soplo insignificante. Y a un lado de la mesa, a la izquierda de su hijo mayor, se encontraba el Emperador que lo miraba con frialdad como si estuviera retándolo, '¿sabes comportarte?'

Por supuesto que sí, pensó Denki luchando por no retorcerse ante tanta inspección. En cambio, ofreció una reverencia diminuta.

—Buenas noches —murmuró con su voz ronca antes de encaminarse hacia el lado opuesto de la mesa. Eso dejaba al Emperador frente a él con Mirio a un lado y el diván de Neito en el otro.

Ellos y yo.

—Suenas peor que esta mañana —dijo Neito desde su lugar en el diván, se le notaba cómodo y menos tenso que esa mañana. De hecho, su ceño fruncido se había suavizado al verlo llegar.

—Lo sé —respondió Denki ofreciéndole una sonrisa cálida—, y por eso me perdonarás que me abstenga de participar activamente en la conversación.

Neito asintió como si fuera obvio, Mirio pareció desinflarse y el Emperador siguió observándolo con sus ojos fríos. Denki fingió distraerse con el tazón de sopa que pusieron frente a él mientras el Emperador le preguntaba a Mirio sobre su día con el consejo.

Es una conversación aburrida pero hay que prestar atención, se dijo Denki con los ojos en la mesa mientras oía discutir sobre impuestos, reformas, y quejas. Le sorprendió descubrir que pese a estar en cama Neito recibía informes regulares, correspondencia, y se enfocaba en seguir al tanto de lo que sucedía en la corte pues el Emperador no dejaba de lanzarle preguntas sobre un asunto o sobre otro; eran temas casi incomprensibles para Denki, pero más que los detalles oficiales lo que hizo fue prestar mucha atención a las interacciones entre la familia imperial, y aunque no parecía obvio a simple vista, pronto se dio cuenta que el Emperador hacia un esfuerzo consciente por mantener la atención de sus hijos puesta en él como si tratara de reforzar su punto: Son míos.

Denki siguió fingiendo que la sopa era lo más interesante del mundo y mantuvo su atención en ella mientras los oía discutir sobre el consejo de ese día. En varias ocasiones Mirio, encantador como él solo, intento unirlo a la conversación pidiéndole su opinión al respecto, pero Denki le ofreció una sonrisa, una disculpa y alguna variante de: 'Aún estoy aprendiendo, no me atrevo a ofrecer una opinión sobre un asunto tan delicado'.

Su ronquera ayudaba porque evitaba que Mirio insistiera. Denki estaba casi seguro de que iba a sobrevivir a esa cena sin darle al Emperador algo con lo cual quejarse cuando el hombre bajó su taza para mirar a su hijo:

—Mirio, ¿has pensado en invitar a la hija de los Torikin a viajar con nosotros al Palacio de Jade? Sería una buen forma de iniciar con su cortejo.

Todo la ligereza y calma que Mirio había exudado como un pececito en el agua se esfumo de un solo plumazo. El aire en la habitación cambio tan drásticamente que Denki dejo de fingir que estaba sordo para mirar a las tres personas al otro lado de la mesa.

—Padre... —dijo Mirio

—¿No crees que es momento? —no hubo respuesta—. ¿Qué opinas, Neito? ¿No crees que es una buena oportunidad para poner las cosas en marcha?

HanamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora