Todos los demás parecían ajenos a estado de Lee, salvo uno de ellos. El rubio había dejado de lado la discusión, para fijar su atención en los movimientos de Lee. Tenía los ojos cerrados y los puños apretados, mientras para sí misma en un intento de regular su respiración.

JJ quería ir y ayudarla o, al menos, hacerle compañía y decirle que todo iba a estar bien. Quería decirle que él estaba ahí, con ella. Y quería demostrárselo.

Pero no podía.

Miró a sus amigos uno a uno, esperando a que alguno se percatara de lo que Lee estaba haciendo. Sintió algo de rabia al ver que ninguno era capaz de ver cómo estaba la pecosa, así que, tras coger aire, decidió hablar.

—Kie —dijo llamando la atención de su amiga. La de pelo rizado se giró para mirar a JJ, que tragó saliva y señaló a Lee —, ve con ella.

Kie alzó las cejas, mirando al rubio con sorpresa. JJ no se dio cuenta porque seguía mirando a Lee, pero Kie sonrió con ternura al ver su expresión de preocupación.

—JJ, si quieres acercarte tú... —Kie miró a su mejor amiga de reojo.

—No, no quiero empeorarlo —susurró el rubio. Kie volvió a mirarlo y sonrió sin mostrar los dientes, para después girarse sobre sí misma y caminar hasta su mejor amiga.

Lee abrió los ojos al sentir una mano agarrar la suya, haciéndola aflojar los puños. La de pelo rizado pasó un brazo alrededor de su mejor amiga y le dedicó media sonrisa mientras le daba un suave apretón en la mano. Lee sonrió de igual forma.

Durante el camino de vuelta a casa, nadie se atrevió a decir nada. Todos iban en silencio, perdidos en sus propios pensamientos y lidiando con la decepción que sentían.

Cuando llegaron al muelle del Château, John B y Lee bajaron del barco, sin decirse nada el uno al otro. Se limitaron a despedirse de sus amigos y alejarse de ellos en dirección a su casa.

—Oye —susurró John B, justo antes de poner un pie en el porche. Lee giró la cabeza para mirar a su hermano —, por lo menos lo hemos intentado. Papá estaría orgulloso de nosotros —continuó en el mismo tono —. Va a estarlo cuando vuelva y se lo contemos.

Eso último lo dijo casi para sí mismo, pero no lo suficientemente flojo como para que Lee no lo escuchara. Frunció el ceño y cogió aire, poniendo sus manos en los brazos de John B.

—JB, papá... Papá no va a volver —dijo con voz temblorosa. John B la miró y negó con la cabeza.

—¿Cómo puedes decir eso?

—Ya escuchaste la jodida cinta. No va a volver.

—No. No, Lee. Papá está bien —discutió el pecoso. Lee tragó saliva al sentir un nudo instalarse en su garganta y volvió a negar con la cabeza.

—Johnny —susurró —, Papá... Papá está muerto.

Él se soltó del agarre de su hermana y dio un paso atrás, mirándola como si sus palabras se hubieran clavado en él como cuchillos.

—Y no es justo y es una mierda... Sé que creías... Creíamos... —corrigió y cogió aire una vez más —. Sé que creíamos que había alguna posibilidad de que hubiera encontrado el oro y que... Que por lo menos no habría... No habría muerto por nada.

fearless || jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora