•Capítulo 11•

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"Tal vez el amor de tu vida es un alíen y está esperando a que lo robes del Área 51"

Cuando el suspiro escapa de mis labios, no pasa mucho para que se torne blanquecino como si hubiese estado fumando cigarillos.

La tarde está cayendo y desde el ventanal de mi cuarto aprecio como, poco a poco, las nubes rojizas ocultan los restos soleados, dejando a su paso grumos irregulares de hielo.

Octubre está en sus días finales y a pesar de ese simple hecho el clima es una basura.

No estaba en los pronósticos la llegada de un frente frío, pero según se ve la cosa, su visita se ha hecho más que oficial.

-––Otra vez mirando fijamente por la ventana,––lo dulce en su voz me hace volcar el rostro y deshacerme del ovillo que había formado con mi cuerpo.––empiezo a creer que el estampado de florecitas de las cortinas está colaborando a que planees un buen crimen premeditado.––sonrío confundida, mostrándole mi intacta línea de dientes.–– Abejita, ¿está todo bien?––-inquiere, el colchón hundiéndose por el peso de ambos.––Si tienes algún problema lo puedes hablar conmigo, lo sabes, ¿no?

-––Si, lo sé, sólo...

No me deja terminar de hablar en el momento que toma uno de los mechones que ha escapado del lado izquierdo de mi mal llamada coleta, lo pasa cuidadosamente por detrás de la oreja, y acariciándome un poco dice:-––Puede que no te ayude cariño, pero me encanta el chisme.

––¡Papá!

No sé ni siquiera por qué me sorprendo.

Él, más sarcástico y no nace.

Su risa estruendosa se cuela por las aberturas de mis oídos, y aun cuando termina de deshacerse de ella, escupiéndola como si fuesen espasmos, se me hace perceptible. Él silencio que se había formando en las cuatro paredes de mi territorio ha desaparecido y en su lugar unas enormes JA, JA, JA brotan por encima de mi cabeza.

Pero, en parte (en una pequeña, como la cuña de cake que me dieron en el último cumpleaños al que fui), sé que lo que dice no es mentira.

Apuesto a que cuando estaba en la Universidad, su asignatura favorita y en la que sacaba sobresalientes como caramelo, era el chisme.

Aunque no puedo juzgar, después de todo, un chisme al año, no hace daño.

-––Vamos abejita, si pareces una de esas personas que regresa a casa luego de participar en Supervivencia Al Desnudo, no podrías verte peor ni revolcándote en estiércol de caballo.––un pequeño empellón en el brazo me trae de regreso a la realidad.--Pero no te preocupes, papi te levantará el ánimo,–– asegura, inclinando la comisura de su boca en una sonrisa retraída, ganándose a su vez el arqueo de mis cejas oscuras y delineadas.––quítate ese pijama de conejitos y baja, te llevaré a un lindo lugar a cenar.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora