•Capítulo 6•

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"Cuando a un DiSalvo se le mete una idea en la cabeza, es más fácil arrancarle la cabeza que la idea, ¿verdad?"

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"Cuando a un DiSalvo se le mete una idea en la cabeza, es más fácil arrancarle la cabeza que la idea, ¿verdad?"


Una risotada se incrusta en lo más recóndito de mis cuerdas vocales, apenas aparto los labios un poco y ella se abre paso.

Quiero que seas mi novia.

El recuerdo de la frase y la empeñada seriedad de Jordan hace que el balbuceo jocoso sacuda cada rincón de mi ser como una batidora.

Bueno, mi abuela quería modelar para Victoria's Secret y no pudo.

¿Ser su novia?

Si lo que tiene de donairoso, lo tiene de imbécil va a tener un apuesto asegurado en el circo y una eterna admiradora.

--Eres tan gracioso. --desabrocho otra sonrisa antes de limpiarme con el dorso la lágrima que rueda por mi ojo, luego de tanto reir.

Sus labios se aprietan, plasmando una recrudecida línea irrompible, agacha la frente y peina los mechones oscuros de cabello con los dedos. --¿Acaso ves que me estoy riendo?

--Ya te digo yo, eres todo un profesional. --le muestro los dientes. --Creía que los tres eran unos idiotas, pero tú, --lo señalo. --me haz dado una maldita bofetada sin manos.

Sus dedos se aferran a mis hombros mientras me da un vistazo refrescante. --No es una broma, quiero que seas mi novia, --repite en un pequeño susurro e inclina su rostro al mío como si quisiera recordar cada uno de mis rasgos para la eternidad, y yo, por otro lado, lo imito. El aliento se me estanca; su rostro, sin dudas, es otro asunto, uno limpio, armónico y varonil. --y no pienso dejar que te vayas hasta convencerte... --levanta mi barbilla con el pulgar. --porque no importa lo dura y obstinada que creas ser Emma, siempre habrá alguien más duro y obstinado que tú.

Tengo la mandíbula desencajada y la garganta seca. --Jordan, no...no me gusta esta...esta clase de...juegos.

--Si te gustan, --coloca un mechón suelto detrás de mi oreja. --sólo temes a no ganar. --el calor se disipa por mi cuerpo y me obligo a respirar aparatosamente. --¿Sabes cuál es mi juego favorito, gatita? --niego con la cabeza y él me propina un pequeño golpecito. --Jugar con fuego, ahí siempre vas a salir lesa, pero, si no te quemas un poco, entonces, ¿cuál es el punto?

Estoy tan cerca de él que puedo sentir las pulsaciones rítmicas de su corazón contra mi piel y me sofoco, como si él fuera un incendio en el que yo sarcásticamente terminaré por arder; como tres segundos después de un accidente nuclear, capaz de dejarme inhabilitada y radioactiva como Chernóbil.

Jordan no busca afecto; busca un pacto unilateral, como un secreto compartido únicamente entre los dos, del que los ajenos desconocerán fecha, objetivos y resultados. Él sabe, justamente, lo que quiere, pero no se queda ahí como un bobo mirándolo, Jordan va por eso y lo agarra.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora