•Capítulo 3•《Parte 1》

8.4K 1K 844
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



"Si esto fuera un cutre sorteo ciertamente acabaría de ganarme un pasaje con destino directo a Incomodilandya"


—Pero venga cariño, abre esa boquita. —dice acarameladamente y resoplo negando con la cabeza.—Mientras más rápido lo hagas, más rápido acabará. —me recuerda acomodándome detrás de la oreja algunos mechones dispersos. —Vamos, te va a gustar.

Evito expresar cualquier tipo de cometario y termino abriendo la boca.

Chupo titubeante con mi lengua, deslizándose a lo largo del utensilio.

El líquido viscoso de olor desagradable desciende por mi garganta y gimo.

—Oh cariño, lo haces genial. —ronronea. —Ves, para que comer chatarras cuando puedes tener esta otra deliciosa proteína.  —sonríe. —Te faltó un poco, abre y chupa, chupa que yo te aviso. —me indica. —No puedo creer que aún sigan con eso tan húmedo.

¡Mamá deja mi congestión nasal!

—Emma, deja de hablar y termínate la sopa de bacalao. —empuja el tazón hasta que este hace fricción con mis labios.

¡Es oficial!

De haber pasado mi maldito orgullo de la boca hasta el estómago metiéndome en el puto auto de Jordan no estaría sintiéndome violada de forma anal, duro, sin lubricantes ni preservativos.

Como tampoco llevaría dos días sin asistir a clases y en cama, con mi madre tratando de introducirme sus "brebajes curativos" de bacalao al estilo antibiótico, uno cada ocho horas.

Durante mis mini vacaciones en casa no he sabido nada de mis molestos vecinos, exceptuando sus gritos fastidiosos de vez en cuando (lo que confirma que lamentablemente no han muerto).

Por un lado quisiera estar pegando brinquitos de emoción, pero por otro estoy preocupada; tanto silencio de su parte llega a ser aterrador.

Al último que vi fue a Jordan el día de la llovizna, se ofreció a llevarme a casa, pero obviamente me rehusé. Estar cerca de cualquiera de ellos al paso que vamos va a terminar por volverme loca, si ya no lo estoy.

—¿Cariño de verdad no quieres que me quede contigo?

Niego con los pulgares aferrados a las sábanas.

—Oh pequeña, —ella acaricia mi mentón y deposita un beso en mi mejilla. —iré porque tengo una operación a la cinco de la tarde pero en cuanto termine vendré a casa, llegaré  a tiempo para ver el maratón de Freddy Krueger. —¿no les pasa que tienen la mamá más hermosa del mundo? Porque a mí si me pasa. —Cualquier cosa llamas a papá; estará en la oficina, recuerda que para el dolor de garganta hay té de menta en la encimera y si tu fiebre regresa le avisas a Jordan, ese chico se siente culpable por tu gripe, lo llamas y te llevará al hospital.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora