PRÓLOGO

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Antes que nada quiero decirles que esto es un especie de borrador. Así que encontrarán faltas ortográficas y uno que otro error. No sean recios con eso. Si ven algo malo les agradecería enormemente que me avisaran.

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Un ruido desagradable y molesto inunda mis oídos. Automáticamente llevo a ellos una de mis almohadas en un acto de bloqueo.

¿Quién en sus putos cabales hace una maldita fiesta a las tres de la mañana sabiendo que al día siguiente hay clases?

Un gruñido se escapa de mi garganta haciéndola vibrar.

Me doy vuelta en la cama y cierro los ojos en un débil intento por dormir las cuatro horas que me restan antes de ir a la prisión, digo, a la escuela.

Pero todo se queda ahí: en un intento, porque la música proveniente de la casa frente a la mía insiste en colarse por cada rincón de mi cuerto.

La vena de mi cuello está hinchada y si sigo conteniéndome probablemente estallará.

¿Es que acaso mis vecinos no conocen lo que es el respeto a la  comunidad?
¿Eran así de insoportables en su antigua casa?

Con razón sus padres se deshicieron de ellos enviándolos aquí y no los culpo. De tener la oportunidad ya también lo haría, aunque mi idea sería distinta e innovadora, algo así como encerrarlo en el Cadillac de 1964 de mi padre y abandonarlos a su suerte en las vías del tren. Similar a Jim Carrey personificando al conde Olaf.

Joder, hace dos meses esto no pasaba porque hace dos meses ellos no existían.

Esos sí que eran buenos tiempos, cuando podía devorar mis libros sin escuchar los gritos de Jules pidiéndole de regreso a Jordan su póster de Scarlett Johansson o ver a Jaden, semideanudo con los ojos hinchados por alguna alergia, haciéndose el malabarista por los tejados de su casa.

Porque sí, no es solo un diabólico vecino, ni dos.

¡SON TRES!

¡Los tres hermanos DiSalvo!

Físicamente son perfectos, me duele reconocerlo pero podrías mirarles por horas y jamás hallar un error.

¿Qué los describa sin ser borde?

Bueno, trataré.

El menor es Jaden, tiene diecinueve años igual que yo, va a mi misma Universidad (igual que sus hermanos) y comparte una que otra clase en mi mismo salón. Lo más lindo de Jad probablemente sean sus ojos que parecen mezclarse apeteciblemente entre tonos de ámbar y azul, como si algunas gotas de miel y parte del océano se hubiesen fusionado durante su creación. Siempre le he visto usar, cuando no esquiva el modo Tarzán, pantalones negros de vestir, playeras de la misma tonalidad, chaquetas de cuero y las Converses oscuras de corte bajo. Es muchísimo más alto que yo, (aunque es el más bajo de los hermanos). Me atrevería a decir que de un metro con ochenta; con piernas largas, hombros anchos y abdomen marcado, posiblemente por una milagrosa genética. La piel pálida hace posible que sobresalgan sus facciones mediterráneas y finas. La mandíbula yace apretada como si contuviese las ganas de soltarle al mundo cuanto lo odia. Diría que es el más introvertido dentro del trío, ya qud en clases apenas he oído su voz y las que lo he hecho han sido para enfrentarse a los profesores, porque esa es una de las características de los DiSalvo: siempre tienen la razón.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora