•Capítulo 8•

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"El que es lindo, es lindo y el que no, que se opere"

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"El que es lindo, es lindo y el que no, que se opere"


Con nuestras manos reclamando distancia y los meñiques entrelazados dejo que Jordan me guíe a mi próxima clase, dando copiosas zancadas.

Mientras él da un paso, yo doy tres.

Por razones como esta se está intensificando mi odio casi carnal a caminar con gente alta.

Cuando atravesamos el pasillo me es imposible bloquear las miradas de sorpresa total y de desaprobación de algunos estudiantes, acompañadas por las típicas murmuraciones.

Y con la pésima reputación que él se carga ya imagino el artículo que saldrá en primera plana del periódico escolar, así como la pila de cosas abominables que deben estar creyendo de mi.

Apuesto a que intuyen que no paso de otro miembro más del grupúsculo vicioso del segundo de los hermanos.

De sólo pensarlo mis piernas flaquean y me estremezco.

Él parece notarlo porque me da un pequeño apretón en el dedo para luego susurrar:

--Déjalo estar, si sigues preocupándote por lo que piensen los demás nunca serás feliz, gatita; recuerda, 'reputación' es sólo lo que ellos creen que eres.

Lo miro tímidamente y él entona sus ojos, llevándose mi mano a la boca y dejando un casto beso sobre los nudillos.

Ese acto tan sencillo y genuino hace aflojar un poco el nudo que me compensa la garganta.

Lo que dijo en mi idioma se traduce en:

"¿Por qué diablos te preocupas por lo que piense una partida de desocupados? Si están tan curiosos que saquen turno, tomen un asiento y se ponen bien comoditos para esperar a que su jodida opción de interese".

Un par de pasos después me deja en mi salón y me tiende la mochila.

--Cariño, --me llama y ensancha los labios alrededor de una sonrisa. --quiero que cambies esa cara, entres a esa aula, tomes cada una de tus notas y no te distraigas. Este idiota necesita poder restregarle a esos imbéciles lo inteligente que es su gatita.

Su gatita.

Mis mejillas queman.

Jordan es más agradable cuando no actúa como el acosador con indicios violatorios de siempre.

Parece incluso una persona y no el lobo feroz que añora ardientemente devorar a Caperucita.

--Bien, te veo en la cafetería.

Reclame su labio inferior.

--No si yo te veo antes. --al instante hace una mueca.--Mierda, eso sonó demasiado cursi.

Mis Malditos Vecinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora