Capítulo 9

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Arlett's PoV

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A la mañana siguiente, volvemos a abrir los ojos, y para mí desgracia, sigo dormida sobre una cama que no es la mía, en un habitación que no es la mía, en una ciudad que no es la mía, en un país que no es el mío, y en una época que no es la mía.

Rápidamente me tapo la boca con la almohada para ahogar un grito angustiado, el que hace que poco a poco, Lelean e Iris se despierte en un estado completamente distinto al mío.

—Lo confirmamos —empieza a gritar Iris— ¡Esto es real!

Siento como ambas se levantan a la vez de sus camas y van caminando hasta encontrarse y darse un abrazo con el que ambas acaban en el sueño.

Yo, poco a poco, voy retirando la almohada de mi cara, y rápidamente mi cerebro me lleva a la fase en la que debo analizar todo lo que me rodea y la situación, para saber como puedo intentar salir de esta sin tener que aguantar mucho estrés, pero está claro que esto ya no va a ser nunca más como antes, esto va a cambiar completamente mi vida, entonces, todas las soluciones que solía usar para resolver mis problemas, ya no son validas. Y eso me impide saber que hacer con claridad.

—Arlett, ¿sigues viva? —me pregunta Lelean una vez que llevo demasiado tiempo tirada sobre la cama sin moverme.

—Sí, tan solo tengo que asimilar esta vida que voy a tener que llevar a partir de ahora.

—Vamos, no seas dramática —me detiene Iris—, seguro que en dos días ya eres una autentica Vikinga.

Ojalá eso fuese así, pero es que este no es para nada mi mundo, y posiblemente nunca podría llegar a considerarlo como tal.

Me levanto de la cama con las mismas ganas que me levanto los días que me toca hacer un examen, y espero sentada en la cama para ver que es lo que hacen las otras dos, las cuales miran en los baúles que hay a los pies de las camas, y en ellos encuentran ropa adecuada para ir a entrenar.

"Menos mal, al menos no tengo que usar vestido para pelear".

Hago lo mismo que ellas y saco la ropa de cuero del baúl, y aunque sé que es lo único que hay, me parece horrible y así me dan ganas de ni ponérmela.

Quiero decir, no puedo pasar de la ropa de marca a la que estoy acostumbrada a vestir, a trozos de cuero trenzados entre sí, y una camisa demasiado amplia para mi gusto, y demasiado gastada.

Por otro lado, Lelean e Iris parecen estar emocionadas de poder llevar esa ropa, pero por mucho que puesta, a ellas las pueda quedar bien, a mi me sigue pareciendo horrible.

Salimos de la cabaña cuando estamos todas vestidas, y me da la impresión de que en este pueblo la gente madruga bastante, porque las calles ya están llenas de gente que viene y va con alguna tarea que hacer.

Yo tan solo sigo a Lelean a donde quiera que nos esté llevando, y cuando se detiene, veo ante mi el mar, ¡veo el mar! Al menos veo algo que me gusta.

Pero mis pensamientos son interrumpidos por un hombre de hombros anchos que se acerca a nosotras con semblante serio.

—Lelean, Iris y Arlett —nosotras asentimos—. Los hijos de Ragnar nos avisaron de vuestra llegada y de que vendríais. Allí tenéis las armas, si necesitáis cualquier cosa, contad conmigo y con mis hombres.

El hombre se aleja igual que se ha acercado, y yo me quedo pálida viendo como se empujan con los escudos y viendo como se atacan con las espadas y con los hachas, como si les diera igual herirse incluso en un entrenamiento.

¿Estamos soñando? /Vikingos/Where stories live. Discover now