8. Caminata fallida

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HOWARD
EDÉN: 17 - AVERNO: 1

No hay nada mejor que terminar un agotador día de escuela y salir a caminar con tu amiga para tomar un aire fresco rejuvenecedor, de esos que todo lo pueden. 

Me desconcentro por unos segundos al recordar las palabras de Azariah, preguntando por qué chinches no sé defenderme. ¿Es eso cierto? ¿Soy un inútil? Lejos de lo que suelen ser mis dilemas morales, este se queda como una garrapata en mi cabeza. Mis cuestionamientos por lo general no duran más de unos minutos, porque la respuesta correcta siempre la encuentro en la benevolencia y la amabilidad, en la sabiduría y la templanza. Dicho de otra manera, cualquier dilema moral es, en realidad, una decisión fácil de tomar si uno sigue los caminos del Edén y el cielo.

No sé cómo ha hecho un engendro tan tenebroso para hacerme dudar, pero lo ha logrado. Será tema de meditación esta noche. Espero Mary esté dispuesta a escuchar todo mi descargo.

—¿Tierra llamando a Howard Saint? —pregunta mi gran amiga de siempre, Mery Stuart. Todavía no supero el remordimiento de haberle mentido con el fanfic de Dumbledore y Snape. 

Una parte de mí quiere decirle la verdad. La otra tiene muchísimo miedo de lo que la mentira puede generar. Mis padres me han enseñado a obrar siempre con la honestidad, puesto que es de las principales cualidades que nos convierte en buenas personas. 

—Discúlpame, Mery. Se me desconectó el cerebro.

La señorita Stuart me observa cariñosa mientras seguimos caminando por el usual recorrido en el que nos embarcamos cuando tenemos este tipo de salidas. Es un sentimiento de placer difícil de comparar cada vez que hablamos por horas de la Biblia o de una de nuestras últimas lecturas religiosas. En ella encuentro un refugio que me hace escapar de la aflicción por sentirme incomprendido, puesto que me entiende tal cual yo quiero que me entiendan. 

En la escuela hay muchos otros alumnos que creen ser verdaderos defensores de los Escalones del Edén, pero en realidad la mayoría lo único que hace es mentirse a sí mismo. Hacen cosas buenas no por creencia, no por fe, sino para poder regodearse con los demás de lo excelentísimos que son. 

No entiendo como el sistema no castiga a aquellos que actúan con el simple objetivo de subir de niveles, cuyos actos son impuros y de doble intención. Si los grandes moderadores conocen nuestras mentes a fondo, ¿cómo es que los dejan crecer en una tabla que en realidad no los representa? ¿No sería aquello injusto?

Britney siempre me dice que la perfección no existe. No me queda otra opción que pensar que hasta el sistema tiene sus fallos.

—¿Qué te parece si hoy cambiamos la ruta? Podríamos doblar aquí a la izquierda así nos descontracturamos de la rutina. Seguro te ayuda con tu desconexión —comenta con una sonrisa sutil y su cola de caballo al revoloteo.

Miro hacia la izquierda. No me gusta nada. No me gusta lo desconocido, no me gusta no tener el control de mi próximo paso. Aun así, pienso que debo retribuírselo a Mery por la mentira piadosa del otro día. Es lo mínimo que puedo hacer.

—¡Vamos para allá! —exclamo con un extra de exaltación. Mery es una especialista para detectar comentarios carentes de emoción verdadera.

Y cuando lo logra, más vale que estés bien lejos si no quieres salir sermoneado e insultado de todas las formas bíblicas que te puedas imaginar.

—Es una pena que no hayamos podido hacer el trabajo de filosofía juntos, mi chiquito. —Nuestras manos se rozan al ella chocar hombro con hombro en un intento de acentuar la dulzura del apodo—. Sinceramente...

Éticamente hablando, te quieroWhere stories live. Discover now