4. Amén con gusto a Averno

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HOWARD
EDÉN: 17 - AVERNO: 1

La profesora de filosofía prácticamente nos arrastra fuera del salón cuando mi compañera con nombre de secta satánica empieza a gritarle sin respiro. Un poco confundido y un poco asustado por si Azariah planea sacarme todos los dientes, camino en silencio hasta llegar al pasillo.

—Veo que molestarme sigue siendo uno de tus pasatiempos favoritos aunque te pedí que dejaras de hacerlo —pronuncia colérica a la señora Palmer.

Agacho la cabeza. No me golpee, señorita.

—Yo lo que quiero decir es que...

Genevive me interrumpe. Bien. Veo que mi presencia aquí es irrelevante.

—No me interesa su antagonismo. Van a hacer este trabajo como sea y lo van a hacer bien o le pediré al director que reinicien sus niveles y que se cancelen todas sus acciones por una semana. Saben lo que significa eso, ¿verdad? 

—No he faltado un domingo a la iglesia. Por favor, tenga piedad —respondo intentando hacer recapacitar a nuestra profesora y su temible ultimátum.

Azariah bufa cuando termino de hablar. Noto como mi presencia la altera en sobremanera. Puedo sentir su aliento humeante que refleja un determinante «qué tonto eres». Sí, claro. Porque creer en algo mucho más grande que uno mismo y tener fe es signo de tontera.

Tal vez la tonta sea ella que cree que burlándose de la vida podrá triunfar como persona.

—¿Azariah? ¿Cuento con tu participación? —reformula la incansable Genevive.

Es el primer año que me toca disfrutarla, pero todos aseguran que es de las mejores profesoras que tiene toda la escuela.

Permanezco en silencio para ser testigo del intercambio tan fructífero de estos dos especímenes en extinción.

—¿Qué crees? —Entrecierra los ojos.

El carácter irrespetuoso que muestra esta joven ante la autoridad me es, como mínimo, despreciable.

—Deja de rebatir con preguntas. Esa no es una respuesta, Az. 

La espontaneidad con la que menciona el apodo no me cierra en absoluto. ¿No es acaso una alumna insoportable, de esas que nunca nadie quiere toparse por ir en contra de las reglas? ¿Qué tipo de ángulo de acercamiento tiene Genevive?

—Según esta estúpida institución, eres tú la que pone las reglas. ¿Acaso tengo otra opción?

—No.

Azariah patea el casillero más cercano en señal de protesta. No acota nada, pero le sostiene la mirada a la señora Palmer con un fastidio helado y familiar que reafirma mi teoría sobre que existe más cercanía entre ellas de la que debería.

Nuestra profesora sonríe satisfecha mientras se acomoda su cabello tan negro y estirado como su piel.

—Les doy unos minutos para que se pongan de acuerdo. Seguiré dando clase en el mientras tanto.

Genevive desaparece y se mete en el salón. Me quedo con Azariah en un silencio que al principio me resulta tan incómodo que termino forzando una risita nerviosa, de esas que saltan cuando uno ni siquiera pretende emitir el más mínimo sonido:

Éticamente hablando, te quieroWhere stories live. Discover now