3. Manual pulmonar

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AZARIAH
EDÉN: 4 - AVERNO: 26

"La esperanza es algo con plumas,
que se posa en el alma
y canta su canción sin palabras,
y jamás de calla."

Emily Dickinson

—Lástima que tú no tienes alma —dice Mery Stuart.

Cierro la mano en un puño, arrugando el poema de papá. Lo lanzo al fondo de la mochila al escuchar ese fingido pesar en su voz.

Quien sea que nos asignó como vecinas de casillero merece subir diez niveles en el Averno.

—Eres como la esperanza, no te callas nunca —contesto—. ¿Pero sabes qué? Me gustan los rifles y no tengo problema en sacudirte las plumas de un disparo si no cierras el pico, pajarraca.

Sus labios forman la cuarta vocal, como si la hubiera atacado sin motivo.

Para ser una ejemplar hija del Edén a los ojos del mundo, tiene una lengua viperina. De creer en las vidas pasadas, estoy segura de que Mery hubiera sido la serpiente que tentó a Eva a morder la manzana, y luego se arrastró para resguardarse de la ira de Dios cuando este les dio una patada en el trasero a Adán y su chica.

—Rezaré por ti, Jenkins —promete solemne.

—Como si eso fuera a solucionar algo.

Pone los ojos en blanco mientras abre su locker. Debe creer que solo me refiero a mi persona y conducta, pero está más allá de eso.

No entiendo a la gente que reza. ¿De verdad creen que un tipo está sentado sobre una nube escuchando a millones de personas de distintas partes del mundo, que hablan diferentes idiomas y piden más que niños malcriados en Navidad, a la vez? ¿Es Dios políglota o tiene ángeles que se recibieron de traductores y le echan una mano?

Cuando era pequeña mi padre no me dejaba ir a la cama sin rezar. Decía que una agradable charla con el Señor hacía bien a tu alma, pero yo sentía que estaba haciendo un monólogo. Nunca había respuesta de la parte divina, y los puntos que ganaba por hablar sola me hacían sentir una loca en lugar de traerme paz.

Sin embargo, seguía rezando porque era lo que me habían enseñado. Jamás pedía nada, solo agradecía.

Entonces, cumplí doce. Pedí una sola cosa en mi entera existencia y los ángeles habrán hecho un trabajo de mierda traduciendo, porque lo que me fue entregado a cambio se trató de una ira constante de la que no puedo deshacerme.

O, lo más lógico, es que Dios me haya ignorado por más buena chica que hubiera sido hasta ese momento.

Volcarme al camino del Averno pareció una buena venganza. Es más, me abrió los ojos lo suficiente para saber que con personas como Mery Stuart no se puede razonar, y al final los buenos son los que salen perdiendo.

—¿Por qué no tomas los libros de filosofía? —pregunta cuando alcanzo un paquete de cigarrillos del casillero y vuelvo a cerrarlo, dejando el material de estudio dentro—. ¿No tienes clase con la profesora Genevive ahora? ¿Por qué eres tan irresponsable? Por jóvenes como tú los mayores dicen que el futuro está perdido.

Clásico de los adultos echarle la culpa a los adolescentes aunque sean ellos los que nos están criando y no al revés. Si el mundo tuviera buenos ejemplos a seguir en cada rincón, todo sería una utopía, pero hay más demonios que ángeles ahí afuera.

Éticamente hablando, te quieroWhere stories live. Discover now