—El otro día me encontré con el nuevo novio de mi ex —comenzó y su cara se puso roja, dándose cuenta de lo dramático que sonaba, no podía evitar sentirse como una persona escandalosa. Demian abrió los ojos de par en par, sorprendido.

—Oh ¿El alto rubio? ¿Ese ex? —inquirió, tratando de no parecer demasiado entrometido, pero no pudo resistirse. Incluso colocó los cubiertos un poco más alejados de sus manos, como dando a entender que le daba toda su atención.

Mikoto tomó aire.

—¿Tienes tiempo para una historia larga? —dijo mirando su reloj, se negaba a contar todo aquello sin el debido contexto.

Demian imitó el gesto.

—Tengo veinte minutos —él se encogió de hombros—. Pero salgo del trabajo a las tres —parecía que no tenía ganas de perderse esa conversación.

Demian era un tipo extraño, extremadamente tímido de entrada, pero conforme lo conocías te dabas cuenta de que estaba lleno de sorpresas. A decir verdad, era valiente y desenvuelto cuando se lo proponía, a Mikoto le daba un poco de envidia aquella dualidad en su carácter.

—Yo salgo a la misma hora ¿Podemos ir a algún lugar después de eso? —inquirió, sin saber si estaba entendiendo bien la insinuación.

—Hoy es viernes —aseguró—. Los viernes como lo que quiera, casi siempre me compro una pizza —agregó, encogiéndose de hombros. Mikoto sonrió, sintiendo que estaban en la misma página.

—Entonces quedamos después del trabajo.

Mikoto pasó toda la tarde explicándole a Demian sus problemas amorosos. Mientras lo hacía comenzaba a darse cuenta de lo complicado que fue para él llegar a un punto en el que pudiera hablar del tema de esa manera tan abierta y sintió que estaba siendo injusto con Mars, porque él estuvo ahí todo el proceso y tuvo que adivinar lo que había en su cabeza para poder ayudarlo.

Que avergonzado estaba.

En cuanto a la pizza, sabía riquísima, Demian la compró en local que las preparaba desde cero y acompañó muy bien el relato. El olor inundó el departamento de su nuevo amigo dotando todo de un aura bastante acogedora. La sensación de estar acompañado lo hizo sentir más tranquilo y le gustó la forma en que lo escuchaba, atentamente, sin juzgarlo.

—Así que ustedes dos realmente no son una pareja —Demian lo miró pensativo, estaba hablando de Mars. Mikoto se sintió intranquilo cuando escuchó aquellas palabras. Su pulso se aceleró al ser tomado por sorpresa.

—Sólo somos amigos, ya te dije —su cara se puso roja. No le gustaba que lo vincularan de esa forma con Mars, pero recientemente no estaba seguro de sus razones.

Demian no dijo nada, se veía que seguía sin creerle. Mikoto estaba pensando en alguna manera de explicarle que estaba mal pensando todo, cuando su teléfono sonó. En la pantalla apareció en contacto de Mars y él sintió que se sonrojaba. Demian lo miró con interés, así que se levantó y salió al pasillo para contestar.

—¿Bueno? —inquirió, tratando de ignorar el latido de su corazón.

—Mikoto ¿Estás en casa? —la voz de Mars sonó como una copa del vino burbujeante. La sensación lo puso tan nervioso que le dejó sin habla—. Planeaba pasarme por allá al salir del trabajo, espero que no te moleste —desde la última vez que se vieron parecía que cierta incomodidad los rodeaba. Mikoto había querido alejarse un poco y darle algo de espacio, en verdad le gustaba el tiempo que pasaban juntos, pero no quería volverse una carga y que se aburriera de él.

Mars debió darse cuenta, por eso actuaba tan cauto.

—No, no, no, está bien —aseguró. A pesar de su convicción extrañaba mucho a Mars como para rechazarlo, ya llevaban demasiado tiempo sin verse—. ¿A qué hora estarás aquí? Justo ahora estoy en casa de Demian —explicó. Mars tenía un horario terriblemente abusivo, así que a veces salía muy tarde y en otras ocasiones temprano.

El instante más hermoso de la vidaWhere stories live. Discover now