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—¿Estás bien? —Nara escuchó la voz de Mikoto alarmantemente triste, casi podía jurar que estaba llorando al otro lado del teléfono

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—¿Estás bien? —Nara escuchó la voz de Mikoto alarmantemente triste, casi podía jurar que estaba llorando al otro lado del teléfono. Ella sabía que el muchacho era una criatura de sentimientos intensos, podía ser feliz y brillar como el sol a las doce del día o hundirse rápidamente en la depresión y las preocupaciones.

—Nara, Nara, Nara —el chico repitió su nombre en medio de sollozos teñidos de desesperación—. ¿Qué voy a hacer? Creo que Mars no va a volver a hablarme —apenas y consiguió terminar la frase, su voz sonaba ahogada, con cada sílaba parecía estar más desesperado. Probablemente no estaba llorando, pero le preocupaba que tuviera un ataque de pánico.

—¿Que? ¿De qué estás hablando? —ella se sorprendió porque no llevaba mucho tiempo desde que fue a verlo y su relación con Mars parecía bastante buena. El semblante de su amigo estaba un poco triste, pero podía jurar que se estaba reponiendo bien. No se imaginaba que podría haber pasado para que de repente sonara así de desesperado.

—Mi mamá —sollozó—. Mi mamá vino y le dijo cosas horribles —la voz se le quebró y a pesar de que desde niña le habían enseñado a respetar a los mayores, tuvo ganas de insultar a la mujer.

—Oh no —ella se llevó una mano a la frente—. ¿Qué le dijo?

Mikoto tuvo que tomar las fuerzas que le quedaban para explicarle lo que había pasado. Se sentía muy mal al respecto y, sobre todo, se sentía culpable por haberse quedado callado. Él no era una persona de muchos amigos, por lo que el hombre se había vuelto muy especial en su vida.

Ahora sentía que le había fallado, era horrible.

—Vamos Mikoto, tranquilízate ¿Dices que se quedó contigo hasta que te calmaste? No creo que sea algo que haría alguien molesto, pienso que estás sobre pensando las cosas —espetó, tratando de hacer que se calmara. No quería que terminara haciendo alguna tontería en el calor de momento y realmente arruinaste su relación con Mars por estar imaginando cosas.

—Pero Nara ¿Cómo podría no odiarme? ¡Después de lo mala que fue mamá! —espetó, revolviéndose el cabello.

—Bueno, porque fue tu madre, no tú —espetó, soltando un suspiro—. De todas formas, si realmente piensas que es necesario ¿Por qué no le ofreces una compensación? —inquirió, consiguiendo que Mikoto se quedara en silencio. Había captado su atención.

—¿Qué quieres decir? —su voz sonaba temblorosa, pero parecía estar considerando la idea.

—Quiero decir que puedes llevarlo a comer o algo así, a modo de disculpa, para que sepa que realmente lo sientes —ella sonrió mientras hablaba porque sentía que había encontrado la respuesta correcta para Mikoto, quien se quedó en silencio un largo rato antes de responder.

—Eso suena como una buena idea —dijo y su tono era un poco menos nervioso. Fiel a su personalidad, se había calmado con inusual rapidez mientras su mente trataba de ordenar sus pensamientos.

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