Kike.

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POV BEATRIZ

Dejaba atrás la papelería que permanecía cerrada ese día, y proseguí corriendo en línea recta. Era sábado, cerca de las doce de la mañana y yo no tenía que trabajar. Lucía me dijo que en principio había cambiado un turno para estar juntas todo el día; pero una sola llamada por teléfono me hizo decidirme por salir a correr, mientras ella solucionaba lo que fuera.

Cuando llevaba una hora y diez minutos, llegué al rellano de mi casa. Lo que conseguía con el ejercicio era controlar mi respiración; empezó siendo como una pequeña tarea de Gustavo para bajar el ritmo de mis pulsaciones, y terminó con una práctica cotidiana en mí. No solo controlaba mi corazón, mi respiración y mi mente también. Además, la música me daba ese plus para desconectar por un rato de todos mis pensamientos.

Cuando entré en casa, me sorprendí al ver que Lucía estaba acompañada. Ella se había puesto un chándal debido a la visita, y a su lado y con un botellín de cerveza en su mano derecha, Gerard.

—Geri—dije sorprendida—. Qué sorpresa.

—Hola. —Sonrió levantándose para darme dos besos—. ¿Te has hecho deportista?

—No te creas, es solo un poco de liberación.

Di un beso a Lucía, pero los dejé hablando en el sofá algo de unos partidos o algo así. Tampoco es que prestara mucha atención. Fui a la habitación para quitarme el forro que usaba en invierno para correr; y regresé a la cocina para beber un poco de agua.

—Bea —dijo Gerard—. Había venido porque tengo dos entradas para el teatro esta tarde y bueno... Había pensado en ir.

Miré a Lucía, pero ella solo se encogió de hombros. Recuperar el tiempo perdido con Gerard era algo que quería hacer, pero en un día donde íbamos a pasarlo Lucía y yo, no sabía si era la mejor opción. Agradecí que mi novia me ayudó.

—Tengo que ir a trabajar, así que no lo hagas por mí.

—¿Tienes que trabajar? ¿No lo pudiste cambiar?

—No, me ha llamado el jefe que quiere que vaya; necesitan ayuda.

—Pues entonces sí, supongo —contesté mirando a Gerard—. ¿Vamos a comer?

—Lo que tú quieras.

Me duchaba, me arreglaba y nos íbamos. Conclusión, mi día iba a ser entero con Gerard. Al mismo tiempo que yo me vestía y me secaba el pelo; Lucía también se cambiaba, poniéndose directamente el uniforme del trabajo. Una camisa blanca con unos vaqueros negros. Se recogió su preciosa melena rubia y justo cuando terminaba de ponerme las botas, sentada en la cama, se arrodilló frente a mí.

—Pásatelo bien, pero si te sientes mal por lo que sea, me llamas, ¿vale?

—Es Gerard.

—Ya, pero es tu pasado y las dos sabemos que no estás del todo cómoda aún. —En eso llevaba razón—. Me llamas con lo que sea, ¿sí?

—¿Cuánto vas?

—Creo que llegaré a la noche. Porque si entro ahora, calculo que sobre las siete o las ocho ya he salido.

Nos fuimos los tres a la vez de casa. Gerard había venido andando, así que él se esperó algo alejado mientras nosotras nos despedíamos; pues Lucía iba en una dirección completamente opuesta a la nuestra.

—Disfruta, ¿vale? Que sé que llevas mucho tiempo esperando para hablar con él. —Asentí pasando mis brazos por sus hombros mientras ella lo hacía por mi cintura—. ¿Te apetece que traiga esta noche algo especial?

Después de ti.Where stories live. Discover now