Amanda.

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POV LUCÍA

—Yo solo digo que podíamos habernos quedado. —Pero yo negué con la cabeza mientras preparaba el café—. Te jodí el plan.

—No había ningún plan, ella estaba trabajando.

—Bueno, pero, ¿y después?

Volví a negar convencida de ello. No vi nada receptivo por parte de Beatriz, como para haberme quedado sabiendo que ella estaba más preocupada en el trabajo que en mí. Además, no era por una única razón, no estaba todavía como para liarme con otra; y mucho más teniendo tan reciente lo de Amanda.

—¿Tú con la de anoche qué tal?

—Tengo un mensaje suyo, pero creo que no la voy a contestar.

—¿Por qué?

—No sé. Estuvo muy bien, pasamos un buen rato. Pero le dejé bien claro que no quería nada.

—Que te hable no significa que quiere algo más... —Cristina me miró incrédula—. Bueno, yo qué sé, quedar con ella tampoco te hace mal. Al contrario, y más si te lo pasaste bien.

—Un rato, nada más. De verdad, es que no quiero buscar nada, ahora mismo.

Cuando Cristina se ponía así, era mejor dejarla, al final decía una cosa y después hacía otra. Como todo el mundo cuando alguien se le ponía a tiro.

—¿A qué hora viene?

—Tiene que estar al llegar.

—¿Vas a hablar con ella?

—¿Para decirle qué?

—La explicación que te mereces. —Pero yo negué—. Hazte un favor a ti misma, y pídele una explicación.

Y hablando de la reina de Roma, justo cuando me sentaba frente a Cristina para desayunar, apareció por la puerta de mi casa. Seguía teniendo las llaves que la había dado; y abrió, con una maleta en su mano y dispuesta a llevarse todo lo que quedaba en mi casa.

—Hola —dijo dejando las llaves en la mesa donde estábamos nosotras dos—. Vengo a recoger mis cosas.

Yo asentí, pero no dije nada más. Amanda dio media vuelta y salió de la cocina, directa a la habitación. Quién clavó su mirada en mí, fue Cristina.

—¿Qué?

—¿Quieres ir ahora mismo a preguntarle qué carajos le pasa?

—No quiero remover nada, Cris.

—Pero si es que no es removerlo, es una justificación que mereces y necesitas. Lucía, por favor, te prometo que, si no vas tú, se lo pregunto yo.

—Tú quédate aquí —sentencié dándole la caja de los cereales – Y desayuna.

—Ve.

No estaba convencida de aquello, pero si yo no hacía algo, lo haría Cristina y eso sería mucho peor. Así que respiré, y me levanté de la silla dispuesta a resolver todo aquello. Mi relación con Amanda se habría acabado, pero yo necesitaba una explicación.

La encontré en el baño, recogiendo un par de cremas que todavía tenía allí, además de su colonia, el cepillo de dientes y un par de cosas más que nunca la vi usar.

—¿Tienes un minuto?

—¿Para qué?

—Para hablar. —Me miró a través del espejo—. No entiendo nada, Amy.

—No hay nada que entender, Lucía.

—¿Y pretendes que me crea que has dejado de quererme de un día para otro?

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora