Alianza.

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POV BEATRIZ

—¿Has pensado que la estás haciendo daño cuando le pides que se aleje de ti?

—Eso no me ayuda en nada ahora mismo, Gustavo.

—Yo lo digo porque es lo más probable.

—La hago daño si me quedo, pero también si me voy.

—En eso no estoy de acuerdo. —Le miré—. Aún no la has hecho daño, todo lo contrario.

—Se lo acabaré haciendo.

—A ver, vamos a enfocar esto de otra manera. ¿Por qué estás tan segura de que se lo vas a hacer? —Sonreí irónicamente—. Respóndeme.

—Porque es lo que hago con la gente que me importa.

—¿Y eso lo sacas de dónde?

—¿Lo de Inés te parece poco?

—Lo de Inés no me vale porque no te acuerdas. —Negó tanto con la cabeza como con la mano—. Dime algo.

—Mi hermano tiene razón, ¿eso quieres oír? —dije con pesadez en la voz—. Solo pienso en mí y en nadie más.

—Vale, ¿y esa teoría en qué la basas?

—Tengo muchas razones para tenerla.

—Me voy a conformar solo con una.

—Gerard.

Lo dije sin pensarlo, quizás ese fue el problema, pero en cierta manera era lo que me pasaba cuando estaba con mi psicólogo; que no pensaba tanto las cosas. Gustavo respiró profundamente, cerró su libreta y apoyó los codos en sus rodillas.

—A las siguientes preguntas me vas a responder con un sí o un no, ¿de acuerdo? —Asentí—. Quiero oírte.

—Sí.

—¿En algún momento de los días que quedaste con Gerard te dijo lo que sentía por ti?

—No.

—Las flores que te mandaba, ¿venía su nombre?

—No.

—Cuando os acostasteis, ¿te dijo lo que sentía?

—No...

—¿Sabías lo que sentía por ti?

—Ya te he dicho que no.

—Entonces deja de culparte porque no tenías ni idea de lo que ese muchacho sentía por ti, Beatriz.

De pronto sonó el reloj que tenía colgado en la pared, era el final de la sesión de ese día. Sin embargo, Gustavo no se movió. Su mirada seguía clavada en mí.

—¿Lo hubieras hecho si él se hubiera declarado?

—No, claro que no.

—Te recuerdo que por aquel entonces te acostabas con...

—Todo el mundo —musité—. No hace falta que me recuerdes que soy una puta. ¿Qué coño te pasa hoy? —pregunté levantándome del sofá—. Ha terminado la sesión.

—Espérate. —Suspiró—. Escucha de nuevo la conversación que estamos teniendo. —Empecé a morderme el labio inferior de impaciencia—. Te acostaste con Gerard porque quisiste; eso no te convierte en una puta, sino en una mujer sexualmente activa. Tu hermano puede enfadarse por ello, pero ni siquiera le justifica. Los únicos que podían parar aquello eráis Gerard y tú, y dado que tú no sabías nada...

—No le culpes a Gerard.

—Pero es que él fue quien tomo la mala decisión. —Suspiré mirando la ventana negando con la cabeza—. Esta media hora no te la voy a cobrar.

Después de ti.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum