Ángela.

721 79 2
                                    

POV BEATRIZ

—Tienes seis —dije contando los lunares en la espalda de Lucía—. Son muy pocos...

—En verano con el sol me salen pecas en la cara, pero es lo máximo que tengo.

—Conmigo tendrías tela para contar.

—Si quieres, los cuento —contestó abrazándome—. Porque me gustan todos y cada uno de ellos.

Sonreí ante esa afirmación; podría tirarme horas y horas con ella, que jamás me aburriría.

—¿Y qué más te gusta?

—Me gusta todo lo que veo... Y aún más lo que no. —Sostuvimos las miradas, y es que yo, no pude dejar de pensar en lo que acababa de decir—. ¿Qué?

—Nada —susurré apartando sus mechones rubios de la espalda—. No estoy muy acostumbrada a que me digan esas cosas.

Lucía se movió en la cama, con cuidado de no pegarle a un Niko que descansaba plácidamente a nuestros pies. Frente a mí, acercándose como llevábamos todo el tiempo, sin permitir un solo centímetro entre nosotras; mirándome y acariciándome, como solo ella sabía.

—¿Qué recuerdas?

—¿De qué exactamente?

—De tus encuentros, de Gus... De todo por lo que tus padres creen que eres una puta.

—No recuerdo mucho —contesté intentando hacer memoria—. Lo hablé hace mucho con Gustavo. Los encuentros esporádicos no es que sea un alarde de cariño y amor precisamente, yo era lo que buscaba, a fin de cuentas.

—¿Y con él?

—Tampoco me acuerdo. Los dos primeros meses fueron maravillosos, pero luego todo empezó a torcerse. Al principio el sexo era increíble, luego no tanto... —susurré perdiendo la mirada—. El último recuerdo que tengo no hace mucho, Inés ya había nacido, y me agarró del cuello estampándome contra la encimera.

—¿Tú querías?

—No lo sé. —Sonreí ligeramente—. Yo estaba medicada y juraría que estábamos hablando, me agarró, me bajó el pantalón y me la metió. Si mis recuerdos no me engañan...

—No querías. —Negué dándole la razón—. ¿Temes que yo te trate igual o es otra cosa?

—No tiene nada que ver contigo. Cada vez que me acuerdo, me siento un objeto, pero porque yo lo permití. Gente que venía, me conocía y a los dos segundos ya hacían lo que querían.

—Técnicamente tú también lo hacías, ¿no?

—Supongo... —susurré.

—Ven —dijo Lucía abriéndome sus brazos de par en par—. ¿Te puedo confesar algo? —Asentí apoyando mi cabeza en su pecho—. Me crea muchísima curiosidad descubrir cómo eres en realidad respecto al sexo, porque algo en mí me dice que disfrutas haciéndolo y que te gusta; pero no te lo permites por lo que hiciste en su día.

—¿Te gustaría que fuera de otra manera?

—Yo quiero que seas tú, que disfrutes y te dejes llevar. —Nos miramos—. Que disfrutes y quieras hacerlo conmigo.

—Yo te quiero a ti —susurré haciendo que sonriera—. Disfruto muchísimo contigo porque me haces sentir sensaciones que ni recordaba... Como cuando me acaricias, me besas o me das más duro. —Una bella carcajada de su garganta me hizo inmensamente feliz—. Tú me haces sentir bien.

Las navidades habían sido extrañas, al menos si las comparaba con las anteriores. Habíamos pasado juntas la nochevieja, al parecer, Lucía canceló todos sus planes por mí. Me dio la opción de quedar con sus amigas, le pedí que se fuera ella, pero no quiso. Se quedó conmigo y con Niko, los tres, en mi casa.

Después de ti.Where stories live. Discover now