Amistad.

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POV BEATRIZ

Iban ya tres sesiones en las que salía de terapia sintiéndome exactamente igual que cuando entraba, como si nada estuviera funcionando. Gustavo lo intentaba, aunque lo hacía con sus límites; yo tampoco colaboraba mucho esos días. No tenía ganas de pelear por nada, no tenía fuerzas, solo quería ver pasar el día desde mi casa y con la inestimable compañía de Niko.

Sin embargo, nada más salir del portal en el que se encontraba la consulta, me encontré con una compañía que no era nada fortuita; pues en cuanto me vio se incorporó acercándose a mí.

—¿Podemos hablar?

Asentí tras dudar mucho, no es que eso me fuera a sentar bien, pero no podía negarme. Fuimos a la primera cafetería que vimos, justo al lado del portal. Pidió en la barra, yo en cambio esperé en la primera mesa vacía.

Ondeando su maravillosa melena, bajo unas gafas de pasta negras que combinaba a la perfección con su bufanda, que se quitó una vez que dejó los cafés en la mesa.

—No nos conocemos, pero creo que te imaginas por qué quiero hablar contigo.

—¿Cómo está? —pregunté.

—Mal, cómo va a estar. Pero antes quiero hacerte entender que yo nunca me he metido en su vida, en ninguna de sus relaciones, cuando había baches, jamás me metí. Pero esta vez lo tengo que hacer.

—¿Por qué ahora es distinto?

—Porque no me lo trago, Bea. Lo siento, pero no.

Aparté el café porque no me entraba, me lo tomaría de un trago y por compromiso; pero no, mientras esa conversación planeaba ponerme el sistema nervioso del revés.

—No tienes que creer nada, solo aceptar mi decisión, como ha hecho ella.

—Lucía no es tonta, ¿te crees que lo ha aceptado? El día anterior te la follas como si fuera la mujer de tu vida, y horas después le dices que no la quieres ni ver. —No pude disimular mi rostro ante el hecho de que supiera cada uno de esos detalles—. ¿Qué coño te pasa, Bea? Y antes de que digas nada, entiende que no me voy a ir hasta que me expliques por qué tengo que estar consolando a mi mejor amiga por una relación que iba bien.

Eso era una amiga que iba a estar siempre, pasara lo que pasara. No conocía a todas las amigas de Lucía; pero Cristina, estaba de verdad para ella.

Por eso ni me molesté en mentir, ni en huir, y mucho menos en esquivar nada. Esa mujer estaba frente a mí porque buscaba una respuesta para Lucía, para que siguiera con su vida; y la única que la tenía, era yo.

—Ella no puede estar conmigo, Cristina.

—¿Por qué?

—Sabes de sobra por qué —susurré asumiendo que lo sabría todo.

—Prefiero que me lo expliques tú; porque si es por lo que yo creo, no puedes ser más imbécil.

—Lucía se merece a alguien que le haga feliz y que no le haga daño; y yo, no soy esa persona. —Cristina elevó sus cejas mientras le daba un sorbo al café—. Mi hermano tiene razón, no voy a cambiar, ni siquiera me importó mi hija; cómo me va a importar ella si puedo cagarla en cualquier momento.

—No eres más tonta porque no te entrenas —dijo con plena confianza—. ¿Tu hermano tiene razón? Ahora me vas a decir que eres una puta.

—No... Pero no me la merezco.

—Bea, eres una mujer que disfruta con el sexo —dijo acercándose a mí—. Si te vinieras un día con el Squad entero, entenderías que es algo que muchas hacemos. —La miré—. Y perdona que te diga porque sé que ella no ha sido capaz de decírtelo, pero a Lucía le encanta que seas así.

Después de ti.Where stories live. Discover now