Ella obedeció y se hizo a un lado, dejando espacio suficiente para que él se tumbara a su lado. No era la primera vez que dormían ahí, así que en seguida encontraron la postura cómoda. JJ estaba bocarriba, mientras que Lee estaba bocabajo, con la cabeza apoyada en el pecho del rubio, que había pasado un brazo por la espalda de Lee y tenía el otro debajo de su cabeza, a modo de almohada.

—¿Quieres ir a ver el amanecer?

La pregunta del rubio rompió el silencio en el que habían estado sumidos desde que él se había tumbado en la hamaca. Ninguno de los dos había hablado porque, JJ sabía que ninguno de los dos era especialmente bueno a la hora de hablar de sus sentimientos y también sabía que lo mejor que podía hacer por Lee en ese momento, era hacerle compañía silenciosa hasta que ella decidiera que quería hablar de lo ocurrido.

—¿De verdad tienes que preguntar? —Lee levantó la cabeza y JJ rodó los ojos, sonriendo de lado.

—No sé, te veo demasiado cómoda así —dijo JJ, señalando sus cuerpos, con tono burlón.

Lee le dio un manotazo en el brazo y se giró sobre sí misma, alejándose de él para bajar de la hamaca. Cuando sus pies tocaron el suelo, se giró para mirarlo.

—Te recuerdo que has sido tú el que has venido a buscarme a mí.

Sin darle tiempo a responder, Lee entró a la casa para coger una sudadera para cada uno, ya que hacía algo de fresco, dejando a JJ con una sonrisa que no se molestó en disimular.

—Toma —dijo Lee, lanzando la sudadera que había cogido para el rubio. Él la pilló al vuelo y se la puso, despeinando completamente su pelo.

Ella, que se había cambiado y peinado dentro, miró el pelo de JJ con diversión. Él hizo una mueca y pasó su mano por su pelo, colocándolo ligeramente hacia atrás. Aun así, seguía despeinado, cosa que hizo que la pelinegra soltase una carcajada silenciosa antes de comenzar a caminar en dirección a la playa.

Como vivían en el este de la isla, no tuvieron que andar ni siquiera cinco minutos para llegar a la playa dónde mejor se apreciaba la salida del sol.

Lee agradeció haber cogido sudadera, porque en cuanto tomaron asiento en una de las rocas que había al final de la playa, sintió la piel de sus piernas erizarse al sentir la fresca brisa matutina acariciarlas. Acercó sus piernas a su pecho y las envolvió con sus brazos, apoyando su barbilla en sus rodillas.


JJ estaba sentado a su lado, con los brazos estirados hacia atrás, de modo que todo el peso de su cuerpo recaía sobre ellos. Sus piernas también estaban estiradas, una encima de la otra.

—Oye, J—susurró Lee, con la mirada fija en el horizonte. JJ ladeó la cabeza para mirarla y ella suspiró —, ¿crees que es buena idea?

—¿Ir a casa de la señora Lana? —JJ se incorporó y se frotó las palmas de sus manos, deshaciéndose de la arena que se había quedado pegada en ellas. Ella asintió con la cabeza.

—No sé si quiero saber por qué la brújula de mi padre es tan importante para gente como ellos.

JJ cogió aire y, aprovechando que Lee todavía no había apartado la mirada del horizonte, la miró con atención. Por el tono oscuro que tenía bajo sus ojos, era fácil percatarse de que le faltaban horas de sueño y, por la ligera hinchazón en sus parpados inferiores, estaba claro que había estado llorando.

fearless || jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora