✭ Capítulo 9

2.2K 178 22
                                    

En el Orfanato a veces adoptaban a niños. Aunque Mamá Olga aun nos diga que se llama "La Gran Casa". Todo este lugar se llenaba de felicidad. ¿A qué niño huérfano no le agrada la idea de tener una familia?

Mamá Olga se vestía elegantemente, con un vestido color rojo, también tacones. A pesar de tener 50 años, Mamá Olga no lucía tan mal. El Señor Hans vestia de un traje negro, con una corbata azul. Se untaba en el pelo gel, que le quedaba duro como un pedazo de metal. El Señor Hans tiene 40 años, pero luce más joven. 

Por la mañana empezaban a llegar los flamantes coches negros, brillantes bajo el sol. Se estacionaban afuera del Orfanato y de ellos bajaban, primero, hombres muy misteriosos que miraban a todas direcciones, buscando enemigos.

Anhelábamos ser adoptados por el mejor coche. Pero decía Hiccup que él se conformaba con ser adoptado por un señor que anduviera en bicicleta que no necesitaba un papá con coche bonito, sólo uno que anduviera en bicicleta para que ambos pudieran ir a un día de campo.

La Entrada Principal no se abría solo hasta las once de la mañana. Mamá Olga se encargaba de hacerlo. Sonreía y daba bienvenida con engominados "Buenos días"  a los choferes, quienes asentían ceremonialmente, después regresaban a sus autos.

Nosotros ya estabamos en filas en el patio, bañados y con ropa formal. Teniamos una gran sonrisa en nuestros rostros. Todos teníamos en nuestro pecho su número asignado, que cambiaba con cada visita. A mí me tocó ser el 7, el 15, el 19, y la última vez fui el 13. Los autos entraban lentamente al inmenso patio del Orfanato y detrás de sus vidrios oscurecidos estaban nuestros futuros padres o madres.

Nunca me pregunté por qué había que tener tal cuidado, pero nuestros padres no los conociamos sino hasta que el proceso de adopción terminaba. Los autos pasaban lentamente por las filas. El ruido del motor nos calentaba la esperanza. Cuando un auto se detenía frente a nosotros nuestros corazones palpitaban rápidamente. Después bajan un poco el vidrio dejando ver un rostro de mujer y otro de un hombre. Nuestros futuros padres. Luego la ventana se volvia a subir y el auto seguía avanzando lentamente. Al final Mamá Olga anotaba en una libreta los posibles candidatos.
No veiamos a nuestros futuros padres hasta que terminaba la adopción. Pasaba una semana y el niño adoptado guardaba su ropa en un maletín, después esperaba a sus futuros padres y llegaban en el mismo auto negro, el niño se subia y ahí empezaba su vida con una familia.
Le pregunte a Mamá Olga por que el proceso de adopción era así, ella me sonreía cálidamente y me decía que las personas que adoptaban en el Orfanato o "La Gran Casa' eran grandes empresarios muy famosos. Por eso iban protegidos, para que ningún ladrón o contrabandista los reconozca. También dijo, aunque no le creyera, este Orfanato era uno de los más prestigiosos entre esa gente y ningún niño adoptado cumplía un mal papel.
Estas adopciones no eran muy frecuentes, había cada seis meses. A mí me había tocado pocas veces estar en las filas. Pero siempre que un auto se detiene frente a mi, Mamá Olga se acerca a la ventanilla del conductor y le susurra algo a los futuros padres de adentro. Después ellos arrancan el auto y me dejan en el olvido. Siempre me he preguntado que les dirá Mamá Olga. Una vez le pregunte y ella me respondió que yo soy una chica muy especial. Que extraño. Pero no me importaba si no me adoptaban, daba un suspiro de alivio porque el Orfanato era como una casa para mi.
Hay algo que tengo que aclarar, aunque el Orfanato tuviera sus horribles castigos, nos daban de comer cosas asquerosas y su rutina era extraña y clases raras, era nuestro hogar. Nuestra casa. Las hileras de camas eran nuestras habitaciones donde cada uno procuraba cuidar la suya. Mérida coleccionaba tapas de refrescos, recortes de periódicos, que por cierto nunca leia, y piedras extrañas.

Siempre nos contaban historias de terror sobre el famoso pantano. Mamá Olga lo hacía para que no nos acercaramos a aquel lugar. Yo en cambio quisiera ir a aquel lugar para comprobar si habían plantas extrañas. Pero esas historias dejaron de darme miedo, en cambio sentía miedo por los tipos que adoptaban.
Nuestro Orfanato era raro, pero lo queriamos como nuestro hogar. Adoptaban como a los demás niños de otros Orfanatos. Claro, en otros Orfanatos no aparecen Sombras de Luciérnagas. En otros Orfanatos no hay niños que tengan un sueño muy profundo. En otros Orfanatos no habitan es sus afueras niños con poderes del frío, ni jardineros que susurran en la oscuridad, ni hombres de negro que se llevan a pequeños en furgonetas.
Y les daré la razón. Por eso, cuando al amanecer Hiccup no despertó, dije que ya era el momento de decir basta. Yo sé que pasaba en realidad. No podía quedarme callada. Hay terrores que es necesario investigar hasta su origen, aunque no sean tan bonitos como una bruja que construye una casa de dulces y dos niños la encuentran y esa bruja los encierra para comerselos.
Yo sé. Por el bien de mis amigos, tenía que actuar. Por eso, cuando Mamá Olga y el Señor Hans se llevaban a Hiccup a la enfermería, me acerqué con mis amigos y les dije que, seguramente, Mamá Olga querría encerrar a Hiccup en la enfermería. Les dije que volverían aquellos hombres de la camioneta negra y se lo llevarían. 

Se me quedaron viendo con una cara sorprendida como si hubieran descubierto en mi a una niña que no había sido antes, a alguien que no habían conocido. Yo tambien me sentí sorprendida. Ahora lo que importa es defender a mis amigos, sin importar las consecuencias.

- Va a ser difícil .- Les dije queriendo crear los pormenores de la tétrica aventura que iniciaríamos.   - Primero, tenemos salir del dormitorio sin ser vistos. Después, tenemos que ir a la enfermería y cargar a Hiccup para llevarlo a un lugar seguro. Debemos tener mucho cuidado porque si nos descubre Don Carlos o peor aún, Mamá Olga, quedaremos castigados de por vida o tal vez nos lleven esos hombres de la camioneta negra.-

Mérida y Eugene se quedaron callados. Había un silencio total en la habitación, hasta se podía escuchar el crujir de las paredes. 

-¿Para qué quieres hacerlo? .- Pregunto Eugene y Mérida me observo. Me quede callada, les quería decir que somos un equipo y no debemos tener miedo. Pero respondí lo que en el fondo creía, y empece a creer sobre todas las cosas.

- Para seguir creyendo.- Respondí.- Creyendo en nosotros mismo. Para ya no tener miedo.- Mis amigos no respondieron, pero después Mérida saco una pequeña sonrisa. La luz del sol atravesó las ventanas.

- Yo te sigo.- Respondió Mérida

- Yo también.- Respondió Eugene.- Para ya no tener miedo.- 

Quería que Jack nos ayudara, pero a lo mejor mis amigos no lo podían ver. Además es muy seguro que Jack no se atrevería acercarse al Orfanato.

......--.-.-.

7w7 Uhhh...

¿Creen que resulte el plan de Elsa?

¿Jack le ayudará?

Sombras de Luciérnagas    ✭☽ Jelsa ☾✭ (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora