✭ Capítulo 43

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Mi respiración era dificultosa. Cada vez nos alejabamos de aquel montón de rocas al que solíamos llamar templo.

Don Carlos iba al frente de nosotros. Una lámpara de petróleo guiaba nuestro camino. Cada minuto, cada segundo era eterno para mí.

Observaba atrás de mi hombro, para cersiorarme de que nadie nos seguía. Un alivio inundaba mi sistema, pero eso no duraría mucho al otra vez pensar en las brujas. Más adelante de mí se encontraba Frank con tristeza en su rostro, estaba cabizbajo, sus ojos estaban cristalinos. Sus esperanzas en encontrar a Ryan fueron en vano al Don Carlos contar que vió a Madeleine y a Gothel, pero sin ningún niño.

Una escena que estaba enfrente de mí, logró que al menos me desconectará un poco de las preocupaciones. Rapunzel y Eugene tenían sus manos entrelazadas. Él le susurraba que todo iba a estar bien.

- Ya te pedí perdón.- Vire mi vista hacía un castaño que le suplicaba perdón a la chica de rizos. Pero ella no se inmutaba, seguía su camino.

- Mérida, perdóname.- Insistía en un hilo de voz.

- Perdón Hiccup, pero ahora no estoy para tus cosas.- Contestó ella y se alejó más de él. Hiccup se empeñaba en seguirla y pedirle perdón.

- Me preocupe por ti, Mérida. No aguantaría de que algo te sucediera.- La tomó del hombro. Pero ella se aparto y lo encaro.

- Pero no era necesario haberme llamado "niña inmadura".- Volvió a retomar su camino.

- Pero no te enojes por eso.- Contestó él siguiendola mientras intentaba en vano que ella aceptará sus disculpas. Él se tambalea al no ver lo que pisa, lo único que parece importarle es que Mérida le vuelva a hablar.

Observe a otra dirección. Carl se encontraba pateando una piedra. No se puede descifrar en su mirada lo que esta pensando.

Una pequeña brisa invernal nos visito. El frío penetro en mis prendas obligando a abrazarme a mí misma. Ahora que mis poderes estaban dormidos, yo podía sentir el frío otra vez.

Unas manos envolvieron mis hombros, encaro mi vista y era Jack. Él llevaba una sudadera azul claro, pero no llevaba el súeter que le di.

- Abrigate bien.- Me recomendo. Entonces toque mis hombros y se encontraba posada su sudadera.

Él me envolvió en ella y me sonroje por su acto.

- Jack.. No debiste..-

- No pasa nada, Elsa. Yo no siento frío y si lo sintiera de todos modos no dudaría en darte mi sudadera.- Sonrió. Acomode mis manos en los bolsillos de la sudadera.

- Gracias, Jack.- Sonreí.

- ¿Cuánto falta para llegar, Don Carlos?.- Preguntó la pelirroja ignorando las suplicas de Hiccup.

Don Carlos no detuvo su caminata, para responder la duda de Mérida.

- Ya falta poco.- Contestó él.- Vaya, ya había olvidado de lo impaciente que eras.- Soltó una carcajada. Sonreí al recordar momentos pasados. Donde no habían preocupaciones, ni tensiones.

La brisa se escabullía entre las ramas de los árboles y de los huecos que habían en los troncos, provocando el sonido de un silbido. Un silbido que al ser escuchado, te podías calmar.
La lámpara de petróleo no ejercía demasiada iluminación, pero la Luna ayudaba.

El camino era siniestro, lleno de árboles que proyectaban sus sombras de maneras macabras que lograban estremecerte.

Podías pensar que alguién te seguía. Eso era lo que me ponía paranoíca. Siempre observaba a ambas direcciones en busca de un alguién. Y que ese alguién fuera el que nos vigilara.

Sombras de Luciérnagas    ✭☽ Jelsa ☾✭ (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora